domingo, 7 de septiembre de 2014

# Los viajes inauditos.

Y si este verano voy a Italia... ¿Qué hago con todas las fotos que teníamos que hacernos de la mano, con los besos en los puentes de Venecia que ya no vamos a darnos, con los paseos por Roma, con las farolas del camino al hotel?, ¿qué hago con las canciones del avión y los desayunos en una terraza de Pompeya, y con los vídeos riéndonos antes de entrar a unas ruinas o a ver el Coliseo?, ¿qué hago con todas las veces que no voy a volver a escuchar tu risa, con el vacío de entre mis dedos porque no llegan los tuyos kamikaces a besarlos?, ¿y con el dolor extraño de esa forma tuya de no decirme ya "te amo", por error y sin cuidado?


¿Qué hago si no me gusta este destrozo de vivir sin ti, sin los besos en el cuello, sin que me acaricies la espalda, sin que me llames guapa antes dormir?

Si me voy a Italia, ¿qué hago con las ganas de dormir contigo, y con todas las explicaciones que tenía que darte de arte en cada rincón del viaje, y con las gorras y los turistas, y los infinitos pestañeos sobre tu hombro descansando después de 12 museos a las 18:30 y con los 8122013 minutos metiéndonos mano en la terraza de la habitación antes de follarnos con el corazón en las manos?

No puedo, pero te echo mucho de menos.
Más que tú a mi, ya lo sé, no te preocupes.
Ya sabíamos que esto iba a pasar... Eres mi bucle favorito, y ya nos sabemos los dos la dinámica de los bucles.

Por favor, si me lees, 
dile a mi chico de ciencias,
 que la chica de letras, 
yo, 
siempre más.
(Más,más,más,más).
Y que espero que sea feliz.

Muy feliz.


jueves, 10 de julio de 2014

# Verano.

Desde hacia un tiempo se dio cuenta de que en la vida nada es casualidad, sino causalidad, y vaya problema cuando su brújula emocional entró en conflicto con las teorías de azar, el juego, y las ecuaciones, ya sabéis, todo eso de calcular, probabilidades, incógnitas, y no saber qué va a pasar.
La verdad es que siempre fue más de letras, de esas que no saben fingir, de las que necesitan un por qué para todo porque sí, de las que rompen todo lo que tocan sin querer y son demasiado kamikazes como para esperar esa clase de amor que solo un escritor sabe dar, y vivía en una caja de cerillas mental.

En la radio sonaba "Coffe and TV", de Blur, y aunque no tiene nada que ver con la historia, era necesario decirlo, porque la canción era casi tan bonita como el verano en el que se conocieron, y casi tan bonita como el verano que se imaginaban juntos.
Aunque no lo dijeran.
El invierno era otra historia, tampoco importaba mucho en ese momento. La arena de la playa llenaba el reloj de arena que les ahogaba y daba vida, algo así como la relatividad de las distancias y del tiempo si estaban juntos.
Y es que medir las distancias no siempre implica dejarlas largas.

Él se acercó con el disimulo propio de quien no sabe si le da más miedo hablar o callarse, si pedirle la hora o un beso, y se regalaron un par de miradas antes del prototípico saludo y las risas infantiles y caprichosas y toda la droga del momento y las canciones y el mar de fondo, solo de fondo, como si no hubiera nada más fuera de las dos toallas.
Y posiblemente no lo hubiera.

Porque estaban en la playa, y era verano, y se acercaron hasta estar en la distancia justa como para no poder evitar tener las manos entrelazadas, y por supuesto, las ganas de todo, de todo excepto de que eso se acabara.

Se quedaron allí, hablando de todo y de nada y sin palabras, haciendose cosquillas en los costados hasta acariciarse el corazón.

Se acariciaban con la suavidad de quienes saben lo que duele arrancarse después una tirita si la colocas sobre una herida que no está curada, tocando a tientas al otro, como si fuera un encuentro fortuito y sorprendente, y quizás sí.

Se acariciaban hasta hacerse cosquillas en el corazón para hacerlo reir, porque qué risa más tonta y más merecida...

Ella se quemaba los tobillos y a él le quemaban las ideas, qué desastre más bonito.

Él era como una caja sorpresa, como la del gato ese que se pasa la vida sin saber si está vivo o muerto, siempre con los pies por delante, pero muy, muy vivo... Ronroneando en su espalda, susurrando con la sonrisa.
Ella era como esa sonrisa tonta de cuando le confiesas tu adicción al fuego y al amor a alguien y no huye, sino que se queda contigo a cantar canciones que ni sabéis entonar ni pronunciar y te mira como si no existiera nada más allá.

Eran como polos iguales que en lugar de alejarse se atraían, y al fin y al cabo ni París, ni Venecia, a ellos siempre les quedará la playa.

Diría que fin, pero sería absurdo ponérselo a algo que puede que esté a punto de empezar, o quizás no, es cosa de dos, y qué tontería eso de los finales cuando no hay prisa porque lleguen.

¿No?

domingo, 22 de junio de 2014

# "Hasta que te canses de mi", le decía.

"Me basta con lo que me provocas" - Le dije.
Y desde entonces se limitó a darme limosna en lugar de a quererme.

Es lo que pasa siempre,
uno quiere, y el otro se deja querer.

Adivinad cuál de los dos pierde.

sábado, 21 de junio de 2014

# Llámalo x :

Para ser sinceros, debo empezar por el principio: Yo.
Y para hacerlo bien del todo,
debo terminar por el final, pero es que nunca hubo.
Y ya os podéis imaginar.

Tan triste como el que vive enamorado de la cicatriz,
como el que recuerda y se siente estúpido
porque amó y amó y amó,
y se dio de bruces con la realidad al compás de un
"llámalo x, pero nunca te voy a querer tanto como tú a mi".

Está lloviendo dentro de casa, como siempre,
y el pasillo, ese en el que nunca has estado,
te echa de menos.
Mi almohada, la tonta, que dice que sigue loca por conocerte...
Dime ahora cómo le explico que prefieres dormir en otra cama.

El amor es un poco como una escalera infinita que no lleva a ninguna parte,
y de los dos, para ser sinceros, tú siempre fuiste la parte cobarde;
yo me lancé al vacío y tú te limitaste a mirarme caer.
Y caí.

Y te he dicho "necesito olvidarte",
y lo único que has sido capaz de contestarme
es un "sí", y un "¿qué harás con tu vida ahora?",
¿de qué vida hablas, iluso?, eso ya no existe.
Esto nunca lo ha sido.
Esto es mi supervivencia.
La caída infinita.

La paradoja del agujero negro y la nebulosa.
Pero nada más.


Tú por tu camino,
yo por el mío,
como si jamás nos hubiésemos conocido,
como si nunca nos hubiéramos besado.

Como si esta fuera la primera vez que nos "olvidamos".


PD: 
Lo que quiero que sepas 
es que eres muy especial, 
y que la única razón por la que 
estoy diciéndote todo esto es 
porque no sé si alguien más 
te lo ha dicho alguna vez,
pero espero que seas feliz.

Aunque nunca quieras serlo conmigo.




viernes, 6 de junio de 2014

# Te quiero.


Haz de todas las esquinas del mundo París. 
Quiéreme como si no estuviera rota; atrévete a darme dentelladas en la espalda...
Que necesito tu nombre en mis gemidos, tu sonrisa por las noches, 
y romper a reír con la música de fondo del coche.


Te prometo que le doy la vuelta al mundo entre tus manos en 8 segundos si me dejas.

Quiéreme.
Quiéreme como si fuera a funcionar toda la vida,
como si las arrugas y los kilos de más no molestaran,
como si lo más bonito que has visto nunca fuera el cielo de tu espejo.

Por favor, quiéreme,

pero sobretodo, quiérete.
Y si es posible, quiérenos.
Me encanta el verbo querer, y me encanta quererte.

Y lo mejor de todo es que te quiero y te quiero querer.
He renunciado a lo que deseaba por lo que merezco,
y si eso no es esfuerzo, que venga cualquier Dios que no seas tú a decirme qué es.
Y lo mejor es que te quiero.

Dime ahora qué hago con todas las obsesiones anteriores que no llevaron tu nombre.
Dime qué demonios hago con todos los besos que no me has dado,
con los abrazos, con los polvos, con los viajes, con los libros, con mi vida.
Dime qué demonios hago ahora con mi vida si te quiero y estás lejos.

Quiéreme.
Quiérete.
Quiérenos.

Que no te prometo nada,
porque no puedo,
porque no sé,
porque no debo,
pero quiérenos,
porque podemos,
porque sabemos,
porque debemos,
y porque sí, joder,
querámonos.

He destrozado todas las estructuras, 
la métrica, la técnica, la rima y el ritmo,
 la temática, la musicalidad, los versos, y el poema.
Estoy haciendo lo que me da la gana con lo que escribo,
y es por tu culpa,
y lo mejor...
Es que te quiero.

Hazme un esquema de deseos y te los cumplo todos en sesenta y nueve parpadeos, mi vida.
Si me dejas,
en sesenta y nueve parpadeos.

O en trescientos sesenta y seis besos.
Uno por cada día que te quiero.
Y vuelta a empezar.
Te los cumplo en cuarenta y dos abrazos,
novecientas caricias,
cien mil mordiscos,
treinta y seis hundimientos al mes,
a veintitrés miradas por hora.

Dímelos todos, que te los cumplo con cuanto pueda, mi vida,
en infinitos gemidos, en todos los modos,
contigo lejos o sin ti cerca.
Dímelos y me desvivo por vivirte.
Dímelos y te los cumplo como sea.

Y lo mejor,
es que te quiero.




martes, 29 de abril de 2014

# Huida.

Como cuando viajaba en tren y me gustaba incluso más 
porque cada estación me acercaba a ti 
aunque no pudiera parar a verte.

Como cuando de madrugada me llamabas guapa 
y me decías que me querías, y yo te dije que te ibas a largar, 
como es tu naturaleza para conmigo siempre, y tú decías que no.

Y míranos, si puedes, porque ya no somos.
Aunque nunca fuimos, pero lo éramos, lo sabes.
Lo éramos todo.
Y te fuiste.


Ya no hay planes juntos,
ni plan A, el que me iba a saltar porque siempre falla,
ni el plan E, junto a todos sus "espérame, que ya estoy yendo",
ni plan M que valga, ni nada de nada.

Y no sé qué es más triste,
si que a ti no te importe,
o que a mi me siga importando.


martes, 22 de abril de 2014

# Madrid.

Ven y desnúdame y desdúdame,
ven y hazme el amor y la guerra,
y no escatimes en detalles,
de ti lo quiero todo desde que te conocí,
y eso que ya no conozco ni la mitad de tu mitad,
de tu mitad.
Ven.

Me miraste como se mira un recuerdo,
y nos acabábamos de conocer,
quizás fuera amor a primera vista,
o a secas, amor,
y no me arrepiento de nada,
excepto de todo el tiempo que,
por una cosa o por otra,
no he podido pasar contigo.

No te estoy escribiendo
porque quiera saciarme de ti,
sino porque quiero saciarme de olvido,
y volver, si es posible,
cuando nos mezclemos tu sonrisa,
Madrid, y yo.

Madrid, últimamente pienso mucho en Madrid,
y en los dos mil colores de la ropa que me pongo,
y que te pintaría en el cielo,
y que te regalaría en un ramo de flores
y en tantos orgasmos como pudiera.

Últimamente también pienso mucho en ti.

Últimamente pienso tanto que os mezcláis Madrid y tú,
y qué quieres que te diga, qué desorden de vida más bonito.



jueves, 17 de abril de 2014

# No te vayas nunca, por favor, quédate.

Fiestas en la playa de una ciudad que no conocíamos, risas, besos, excesos, la puesta de sol, la copa de antes de cenar, o la de después de desayunar.
Paseos por la orilla con los zapatos en la mano y el pelo más que despeinado.
Charlas, cola-caos, vídeos cantando y bailando, la reconciliación con nosotros mismos, la casita alquilada, la cocina tradicional, las habitaciones blancas, los tejados de color marrón anaranjado de tejas superpuestas.

Las flores que caen por encima de las paredes de las casas en cascada, azules, amarillas, rosas, rojas, y blancas.
La gente mayor, los niños, los padres de los niños tomando café y tostadas con las camisetas de promoción de Coca-cola y Nestea, y las abuelas paseando y hablando de la juventud de hoy en día.
El olor a mar y el sonido de las olas, la arena fina, el agua fría, el campo a menos de un kilómetro, las mariposas, los perros, algún que otro gato intentando cazar gorriones y golondrinas.

Las fiestas los Sábados y las reuniones de todo el pueblo en la plaza los Viernes a las ocho.
Las lámparas encima de las mesas del bar de la playa y alguna que otra fundida, y alguna que otra parpadeante.

La comida casera, el olor a pan por las mañanas, la luna y las estrellas sin contaminación lumínica por las noches, los helados de fresa y los helados de yogurth. Los trucos de magia de Pablo, el niño de 12 años, el hijo de Marisa.
Y hacer el amor en la playa a las 4 de la mañana, y los viejos verdes de la zona sur, y los días sin fecha, la pérdida de la noción del tiempo, el cine de verano con el proyector. 
Los refrescos, los tés, las sandalias, y las sandalias que se rompen, los bailes en la plaza, las adivinanzas y los chistes, los refranes, el queso y el vino y los piquitos de pan.


L'étéc'est l'amour et la liberté.





martes, 15 de abril de 2014

# Para ti, Amada.

Te fuiste por la puerta grande, pensando que no necesitabas ninguna despedida, pero era todo fachada, como tú entera, vaya, y qué triste que te jactes de haberte ido, estúpida, cuando todo el que prueba sus ojos se queda imantado, pero bueno, ahí dejas claro qué clase de amor sabes dar y sentir, ¿no?
Te fuiste por la puerta grande sin necesitar una despedida, pero ahora le escribes miles de ellas sólo para creerte una más de tus tantas mentiras, como que eres mejor que ella, como que no te importa que te ignore, como queriendo creer que no volverías a su vida y todo lo que conlleva con que tan solo te dijera ven, ¿pero sabes qué? Que tú no, pero yo sí soy lo que tú no fuiste, Amada.

Con "a" mayúscula, porque no soy mejor que nadie, pero sé que mi amor vale mucho más que esas miserias de tu triste ego que le dabas, creyéndote así la protectora y salvadora de un galeón que tú misma estabas hundiendo para sacarte a flote. Perra.
No te ofendas por llamarte así, perra, que tú misma te lo denominas muchas veces, sobretodo hablando de sexo.
Sexo... Qué bonita me parece esa palabra salida de ti, porque es lo único que sabes hacer, del amor... Del amor no sabes nada, porque tú le dedicabas mil poemas, pero no, cariño, no la hacías sentirse, amada, y yo, bueno... Yo sí soy lo que tú no fuiste, Amada.

Bajarte las bragas para subirte el ego no va a desmerecer todo lo que ya no va a sentir por ti, sólo tu cajón de la lencería, sólo va a dejar a la vista tus claros vacíos, tu perpetua mentira de no importarte su nombre, cuando en realidad te corres pensando en ella, y lo sé, y lo sabe, y lo sabemos, y lo sabes, amada, amada que fuiste, y amada que no hiciste sentir, cobarde.
Puedes llamar putas a todas las anteriores y todas las siguientes, pero, cariño, cómo te gustaría ser a ti esa puta a la que quiera, y no lo vas a ser, y eso es lo que te jode, que no la quisiste de verdad, y ya no puedes mentirle, como le mientes al resto y como le mentías antaño.
Prohibido robarle la luz a la estrella más bonita que has podido tener en tu cielo,
prohibido pisarle las flores a la primavera más preciosa que has podido respirar,
prohibido llorar lágrimas de cocodrilo para imitar el mar más bonito que has podido probar entre sus pieras,
y que no merecías ni por asomo, ni por suerte, ni por desgracia, ni por nada del mundo,
y por su puesto,
prohibido hablar de ella como si la hubieras querido, porque es mentira.

Cualquier cielo con ella, y cualquier infierno con ella, son mejores que cualquier existencia a tu lado, gilipollas.
Tú sabías cortarle las alas, y encerrarla entre tus piernas como si así te fuera a querer más, y qué pena,
porque eso no amar, eso es poseer, y la clave no está en hacerla tuya, si no en hacer que quiera ser tuya, y tú, estúpida, no sabes hacer nada a derechas, sólo a tu manera, y qué puta mierda de maneras tuviste de tratar su corazón, su cremallera, su casa, su tristeza, a toda ella.

Ahora sí, espero que te quede claro, fuera, "amada".

domingo, 13 de abril de 2014

# Tú no tenías precio.

El amor ni se compra ni se vende, no es algo que pueda pagarse con dinero, ni con cualquier otra cosa, el amor es, simplemente.
Y sí, todos tenemos un precio, pero no todos estamos en venta.

Yo ya hipotequé mi vida en sonrisas, vendí todo lo que era por cumplir todos sus deseos de no cumpleaños, antes de que abriese la boca, ya estaba en sus manos, porque sabía lo que quería, sin que levantara siquiera los ojos del suelo.
Aposté por todo lo que no tenía asegurado y sin ases bajo la manga, a corazón descubierto, con la voz levantada y la cabeza bien alta.
Ya me partí el cuello pasando horas de pie bajo su terraza, ya me resfrié por darle mi chaqueta, ya me rajé los labios de tanto mordérmelos para no decirle tantas cosas como deseaba decirle porque sabía que no quería oírlas de mi voz. 
Yo ya estuve en su cajón de abrazos y le quité la ropa y fregué sus platos y saqué a su perro y acaricié su tristeza y besé su boca cuando se cayó patinando y ya falté a clase por abrazarla mientras lloraba en su casa y luego me recorrí la ciudad en 12 minutos para que mis padres no me pillaran, -que me pillaron-, que yo ya me sé los pasos que hay de su casa a la mía y las escaleras que hay de la tierra a su existencia.
Sonreí por su culo y perdí el culo por su sonrisa, no le regalé flores, pero porque no me dejó...
No le compré la Luna porque prefería salir al Sol a pasear, pero ya sabía que yo lo apagaba cuando quisiera si así lo necesitaba.
Y es que no importaba el frío cuando yo era quien acompañaba a casa sus ojos, porque nuestros besos no tenían horarios. Sabía que por mi, hubiera ido siempre de su mano.
Que ya jugué a los médicos en su cama, y me inventé historias para reír entre besos y polvos, que ya nos dormimos sin ropa y nos despertamos con su abuela en casa y tuve que salir corriendo.
Que sí joder, que ya le hice el amor y besé su cuerpo con toda la timidez del primer amor, que me aprendí su número de teléfono, y de lunares, y de miedos, y el shampoo que usaba y el orden de alimentos en su nevera, y dónde guardaba la correa del perro.

Los cuerpos ahora son moteles de paso, y destinatarios de tinta, qué tonto y qué insolente me resulta... Ahora es si "me han roto el corazón", dejo que cualquiera me rompa la ropa y me baje las bragas, y llamo putas a todas las que amó y amará porque no soy yo.
¿Nadie entiende que no hay motel, ni noche transcurrida en ellos que sea comparable a la sensación del hogar, y de dormir en él?; qué tontería y qué osadía usar tinta para desmerecer los recuerdos, bajarse las bragas para subirse el ego, lanzar flechas de desprecio cuando las de saliva duran más, ¿no?

Por eso ella era mi hogar,ella mi lienzo.
Ella mi país.

¿Cómo voy a ponerle precio a mi amor si se lo dí todo a ella?
Tanto que después no me quedó ni para mi.



sábado, 12 de abril de 2014

# Mensajes indirectos.

Éramos dos pelos castaños dejando que ese verano nos tostaran nuestros labios a besos,
y éramos todos esos problema adolescentes que se pueden tener a la vez,
éramos la vergüenza, la timidez, el arrojo y la falsa indolencia.
Fuimos de todo y nos conocimos en invierno, no pudo ser casualidad...
Fuimos las bromas con mi apellido y con las formas que odiaba que me llamaran,
"Señorita Serrador, acuda a caja por favor",
y yo acudía a la caja a comprarte esas bebidas que te gustaban tanto y que a mi tanto asco me daban,
aún tengo unas alas por beberme en la despensa enlatadas y seguramente caducadas.
Fuimos sexo y fuimos algo parecido al amor,
pero no me atrevo a llamarlo así porque en su momento no lo sentí.
Bueno, mentira.
Lo sentí, pero intermitentemente, y creo que eso no es amor.

¿Y qué si te digo que te tengo en frente y me matan las ganas de mirarte,
pero no me dejo hacerlo porque no quiero que salga la niña tonta que te quería?
¿Y qué si pienso en todas las canciones que te dediqué y luego tú reutilizaste?
¿Y qué si paso por la columna de nuestro primer beso prácticamente todos los días,
y ya no me acuerdo de cuál era, pero sí del beso?

No te imaginas, ni por un segundo, lo bonito que es acordarme de ti,
y, ni por un segundo, te podrías imaginar cómo dueles.
Y aquí estamos, mandando mensajes embotellados para ver si con un poco de suerte,
llegan a nuestros respectivos puertos y nos queremos, de nuevo.


viernes, 11 de abril de 2014

# Qué destrozo tan bonito.

Quererte fue la locura más bonita que he dejado que me enajene en mi vida, y es que no conocía caos más perfecto que el de nuestra historia, ¿a dónde íbamos a llegar una loca como yo y una indecisa como tú?
Supongo que eso era antes, que ahora tú eres un poco más alocada y yo... Bueno, yo sigo siendo la misma tonta de siempre, eso ya lo sabes, solo que un poco más rota.

Creo que no puedo escribirte mucho más porque ya te lo sangré todo, pero el problema es que no sé qué me pasa o qué tienes, o qué me falta que ya sabes, una parte de mi, siempre, y como todo el mundo, pero siempre un poquito más, y menuda jodida putada.

En fin, no me hagas mucho caso, siempre he estado un poco gilipollas,
sobretodo desde que me enamoré de ti.

Ojalá no me hubieras roto de semejante manera, 
ni me hubieras dejado ir, -o más bien echado-,
por esa boca y ese otro nombre de mujer...
Ojalá.

"-¿Qué es lo que quieres, Sara?, ¿qué más quieres?
+ Lo único que he querido desde que te conocí es a ti"

Y me dio un beso en la frente, y se fue.
Y luego creo que no me desmayé al quedarme sin aire gracias a dos personas.
No sé, supongo que si fuera un gato ahí perdí una vida.

Porque se fue,
o eso dice la ausencia,
no sé.
"...Hoy miro al cielo y me veo a mí mismo, 
ha pasado mucho tiempo pero sigo siendo un crío. 
Espero que te acuerdes de cada tarde,
que recuerdes mi amor como el de nadie, 
que no me falles y me digas que no importo,
que todo fue mejor cuando empezaste con el otro. 
[...]
Parte de tu ser late y se conserva, 
No sé qué jode más, si verte o recordarte,
cuanto menos diste, más pude yo amarte 
¿Pero que más da? Ahora qué importa
Que son solo tonterías me decías, 
que yo era tuyo, y tú eras mía, 
o eso creía".



miércoles, 9 de abril de 2014

# Pasó lo que siempre pasa.

Me miraste como se mira un recuerdo y nos acabábamos de conocer, 
quizás fue amor a primera mirada, 
y yo te había mirado tanto antes sin saber quién eras...

Luego pasó lo que siempre pasa,
que nada sale como lo planeado y que por diez palabras tontas,
te fuiste.

Y yo siempre había diferenciado entre querer.
y querer querer,
y el amor siempre va a ser lo segundo,
porque antes que querer a una persona, 
está el querer quererla.

No sé si me explico, pero me importa una mierda si no me entendéis.
Ya sé que aparento menos daños,
siempre me lo dicen,
pero es lo que tiene que se pare el reloj
cada vez que piensas en lo que fue,
en lo que pudo haber sido, y en lo que no será,
ya lo sabe...
Estuvimos a nada de serlo todo.

Pero luego pasó lo que siempre pasa,
que nada sale como lo planeado,
y por un capricho echamos de nuestra vida lo que merecemos.

Socorro, te echaba de menos y me he vuelto a abrir la herida,
tráeme alcohol o tiritas. 



sábado, 5 de abril de 2014

# Oración:


Por tu culpa,
por tu culpa,
por tu gran culpa.


# Todo esto lo he escrito a partir de un "te odio":

Estoy pensando en cuánto te odio por no haberme querido y no me gusta,
porque tú para mi eras la persona, y no una más de cientos.
A veces pienso que jamás me voy a curar de tu enfermedad,
de tu nombre y de mi.

Es curioso cómo duele imaginarte queriendo a cualquier otra de la forma,
-de la única forma en la que siempre ansié que lo hicieras-,
-de la única forma en la que jamás te pediría que lo hicieras-,
porque tú sí puedes volver a querer como yo te quise,
pero yo todavía no he podido volver a ser yo.

Ya no me quiero, pero cuánto te quise...
Todavía no he salido del naufragio que me dejaste en el corazón,
y en la vida,
y cada vez
se me hacen
más cortas
las
frases.

Como la respiración.
Como las ganas,
de cualquier cosa,
si me acuerdo,
de ti.

Estoy cansada  de no quererte más,
de que no me hagas el amor,
y de que nunca quisieras hacérmelo,
de haberme enamorado de ti con todas las letras de la palabra
con todas las connotaciones y responsabilidades del verbo,
con todas las heridas que estaba dispuesta a hacerme por ti,
con todas las alegrías que estaba dispuesta a robarme
para dártelas,
a ti.

Pero tú siempre fuiste para mi o para conmigo como un pájaro,
libre,
como un cervatillo,
salvaje,
y no sé qué tiene, o qué me falta,
pero nunca deseaste mi lado de la cama,
ni mi lado izquierdo del pecho,
ni quedarte.

Y yo me arrancaba las alas para volverme tu nido...
Me convertía en estatua para merecer tu pedestal.
Me destrozada la vida para regalarte a ti mis rayos de sol,
en los días grises, -que aún no conocía-.
y que todavía no se han ido.

Lo que más duele es saber que nunca me has querido,
que me rompiste de tal forma que una parte de mi siempre te va a esperar,
y es una putada de las grandes, porque me destrozaste,
sin cura, sin posible reencarnación sin ir en tu busca,
que me rajaste la vida desde el pecho hasta los tobillos,
me la mataste; me mataste la energía, la fuerza, las ganas,
y la vida,
y lo peor,
es que tú, ni si quiera me hiciste sentir que tenía una.

Porque era tuya.

Y aquí estoy,
después de haber escrito todo esto,
pensando en romperme la piel con acero,
en el efecto catabólico,
en el ultimo beso que ni si quiera fue lícito.
Escuchando tu música,
imaginando tu pelo,
acordándome de aquella sonrisa
cuando me follaste
y sin saberlo
me terminaste de partir el corazón.

Así que a esto,
no le puedo llamar amor,
porque fue unidireccional,
y el punto de partida siempre fui yo.

Me volviste tabaco, droga dura y alcohol,
me volviste tristeza, odio hacia mi misma,
auto-destrucción.



miércoles, 19 de marzo de 2014

# Poesía.

Te tengo entre mis brazos, aunque a penas nos recuerdo.
Y que quien dice "poesía", dice tus ojos.
Que quien habla de placer, está hablando sin saber,
de nada,
porque nunca te habrá mirado.
Y quien recita versos dedicados
al amor a primera vista,
miente,
porque seguramente,
y por suerte,
para mi,
no os habréis cruzado.

Estoy pensando en antes, y no veas cómo escuece.
Ven, vuelve.


lunes, 24 de febrero de 2014

# Tú serás mi título.

Tengo miedo a que ahora te estés queriendo ir y no sepas irte,
y yo esté aquí esperándote con los brazos abiertos y la sonrisa colgando de tu hilo,
porque te prometo que había hecho muchos planes para cuando tú y yo,
y la carretera y el cielo y tus manos y mis besos y todo eso de irnos al infierno
despacito a fuego lento.



lunes, 10 de febrero de 2014

# Born to die.

La belleza está en la brutalidad de las cosas, en su capacidad para terminarse, explotar, y morirse. Todo lo bonito acaba, como el olor del jazmín, como el verano y sus helados, como el agua caliente y esa película.
Puedes volver a plantar más jazmines, vendrá otro verano y venderán otros helados, el agua volerá a calentarse, y la película la puedes volver a ver... 
Pero ese jazmín ya no será igual de blanco, ni ese verano olerá igual, ni los helados estarán tan buenos. El agua volverá a calentarse, pero ya te habrá caído el chorro de agua fría por la espalda y el agua templada que ahora se precipita sobre tu columna crea una diferencia térmica que hasta duele.
Ya no sentirás lo mismo al ver la película, porque ya sabes cómo acaba, y en qué segundo le disparan al chico de la tienda de discos viejos.

Y un poquito así pasa con todas las cosas, que son bellas porque sabes que algún terminarán pero en ese exacto momento en el que las vives existen y son, y están para ti, pero, al fin y al cabo... Todo se muere, las oscuras golondrinas, los campos en flor... La calandria dejará de responderle al ruiseñor, el ballestero ya no matará más avecillas porque él mismo se murió, el olor de tu casa cuando te vayas a la universidad, el sonido del despertador de tu vecino que se oye hasta en tu cuarto, el recuerdo, el miedo... 


El jazmín,
el verano y sus helados,
el agua caliente,
la película,
y el amor...

# La mujer de la casa de las lilas.

Vivía en la casa de las lilas, era una mujer excéntrica y mayor, con las manos arrugadas como una hoja de papel cansada.
Siempre se asomaba a la ventana a las diez y treinta y seis minutos de la mañana, y a las tres menos cuarto de la madrugada.
Sin excepción.
Tenía una estantería llena de libros y una pequeña mesita junto al sofá donde se recostaba para leer cerrada con llave. Nunca abrió el cajón en mi presencia, así que llegué a la conclusión de que encerraba en él un sucio secreto, o algo que proteger con su vida.
Su gato, Frodis, -nombre que jamás entendí, pero que tampoco me atreví a preguntarle su significado-, era un gato famélico que se paseaba de aquí para allá con aires de grandeza, como si fuera el amo y señor de la vieja casa que le hacía de hogar, y se lamía y relamía siempre catorce veces cada lado de la cara con sus pequeñas patitas color blanco.
Era un gato negro con las patas blancas, un gato un tanto singular, como la señora que vivía en la casa de las lilas.
La señora no tenía buzón, ni entrada en la puerta para las cartas, decía que eso deprimía a la gente porque les creaba la esperanza de recibir cartas que no iban a llegar.
Tampoco tenía cubo de basura, decía que era una forma estúpida de justificar que las personas nos rindiéramos fácilmente y lo tirásemos todo a la primera grieta, decía que prefería reciclar las bolsas de la compra para la verdadera basura.
No tenía televisor, pero lo suplía con un viejo cacharro que le hacía de equipo de música, era una reliquia milenaria para los tiempos que corrían, leía vinilos, compact disk, cintas de casete, y creo que si le cantabas y pulsabas el botón azul redondo de la izquierda, te grababa.

Más que ancha, era una casa alta, muy alta y muy blanca, a veces me pregunto si no era una prolongación de las nubes, pero lo más raro de todo es que la señora sólo vivía en las dos primeras, el resto estaban cerradas, vacías, sin nada más que polvo y alguna que otra araña vieja anidando en las esquinas.
Tenía unas ventanas enormes, y si las mirabas mucho tiempo daban miedo, parecía que se iba a asomar una bruja, o un demonio, o que te ibas a morir allí mismo, y no lo entendía, porque parecía todo tan apacible...
Pero esa sensación recorría el cuerpo de cualquier mortal que mirara la casa de las lilas.

Al final, cuando me tuve que ir a la universidad, dejé a la señora y a Frodis con sus discos y sus libros y sus ventanas grandes y misteriosas, y a las arañas de las esquinas, y a los metros de altura inalcanzables de la casa, y cuando crecí, encontré trabajo, formé una familia, y estaba a punto de irme a dormir, en mi cama, junto a mi esposo, me acordé de la mujer que vivía en la casa de las lilas, porque en mi salón también había un equipo de música, y yo tampoco tenía buzón, y mi marido tenía llave en el cajón de su mesita de noche, y entonces me dí cuenta de que la mujer de la casa de las lilas, era yo.

Fui lo más rápido que pude a despertar a mi marido porque tenía miedo, pero en la cama no había nadie, y tampoco rastro de que allí durmiera alguien más que yo, fui al baño, pero el espejo estaba roto y sucio, allí no se miraba nadie desde hacía años, corrí a tientas por la oscuridad de mi pasillo hasta la cocina, pero no encontré nada donde mirarme, no había agua clara donde reflejarme ni azulejos claros que dejaran si quiera una imagen de mi figura a mi paso, fui al cuarto de lectura y entre los libros no tenía espejos redondos, ni sitios donde mirarme, no había nada allí donde verme, así que me acerqué a la ventana, abrí las cortinas de un empujón a cada lado, y me quedé muy quieta, mirando el reflejo en el cristal...
Eran las tres menos cuarto de la mañana, un gato color negro con las patas blancas se me restregaba por el gemelo derecho y me miraba desde abajo con cara de señor mayor, y la mujer de la casa de las lilas era yo.

domingo, 9 de febrero de 2014

# Moción de censura a los Lunes.

Que la vida para mi entonces era eso, joderme los Lunes y alegrarme los Viernes, porque aquellos días, podía mirarle desde lejos y verle sonreír, aunque él no me mirara, y ya no me quisiera.
Porque tampoco estaba tan mal pensar que no me importaría arrancarme el corazón y dárselo, porque al fin y al cabo, y de cualquier manera, ya era suyo.
No podía hacer que me quisiera, y tampoco podía hacerle sentirse querido por mi, porque ya no nos hablábamos, ni si quiera nos mirábamos.
Era un quiero y no puedo.
Era un puedo y no quiere.

Era un Jueves contenta porque mañana le vería, era un le miro los Viernes, era un dudo todo el Sábado en si decirle, "eh, ¿hablamos?", y cuando quería darme cuenta, ya era Lunes otra vez.
Joder. Lunes otra vez.
Cómo odio los Lunes.

Luego era lo de siempre, una semana pensando en él: Tres días estudiando, uno suspendiendo matemáticas, otro aprobando biología, y otro más deseando contárselo, ¿pero para qué? A él no le interesaría algo tan absurdo como que había aprobado el examen que tanto odiaba sobre las etapas de la división celular y que el de matemáticas me había puesto un uno en el examen de ecuaciones de segundo grado. Y si llovía, me preguntaba si el cielo también te echaría de menos. Y si hacia sol, te imaginaba riendo. Y para ser sincera, creo que nunca me había gustado tanto la idea de esperar a alguien, aún creyendo que no iba a llegar, como cuando decidí esperarte toda la vida porque deseaba que en algún momento fueses tú.

Los Viernes eran bonitos porque veía su pelo.
Aunque nunca quedásemos, siempre acudíamos los dos a la cita. Él en la acera de en frente, con sus amigos, patinando, yo con mi amiga, jugando a las cartas, mirándole de reojo, muerta de nervios por cuando llegara la hora de irnos, y tener que cruzar la calle, y pasar a escasos metros.

Los Sábados eran bonitos porque oía su risa.
Aunque creo que me dolía más a mi cuando se caía al suelo que a sus rodillas... Y yo entonces era absurdamente tímida por si una de esas veces en que me permitía mirarle fijamente, él sin querer miraba hacia mi y se daba cuenta de cuantísimo deseaba volver a abrazarle, aunque fuera un poquito.

Los Domingos no valían la pena porque no le sentía.
Los Domingos no eran más que un día estúpido colocados estratégicamente después del Sábado para que yo pensara en él como mi objetivo para el siguiente fin de semana.

Luego Lunes.
Otra vez Lunes.
Creo que desde entonces odio los Lunes.





miércoles, 5 de febrero de 2014

# Standby.

Rompo todo lo que toco y soy consciente de ello.
Veo mi vida con cualquiera porque en realidad me siento sola con todos.
Sé lo mucho que tengo, y lo poco que me llena.
Resumiendo, el problema siempre soy yo.

Es como sentir que todo el mundo tiene un hogar,
un lugar al que volver.
un destino.
algo,
excepto yo.

Es ese sentimiento eterno de no encajar en ningún lugar, de no pertenecer a nada, que me lleva comiendo terreno desde que recuerdo.
No sé de donde vino, no sé cómo llegó, pero no tengo recuerdo en el que el "NO SIRVES PARA NADA" no habitara en mi, ni día de mi vida en el que no me ronde la cabeza.

Y creédme que duele mucho esto de estar llena de vacío y remiendos y descosidos, lo de bajarte los pantalones y ver las cicatrices.
Lo de llorar frente a espejo y querer acabar con todo,
un día sí, y otro también,
pero ir con la sonrisa pegada porque nadie tiene que saberlo.

Estoy pegándole dentelladas al tiempo,
estoy gritándole a mi alma,
estoy rompiendo mi entereza,
pero nada.

Y siempre he sido muy de auto-castigos, 
-no sé muy bien por qué-
pero creo que se me ha ido de las manos.

Y lo peor es que ahora mismo,
quiero que se me vaya más.


Porque no me importaría si quiera,
que quien se fuese del todo,
fuera yo,
y fuera ya.




sábado, 1 de febrero de 2014

# Tu verdadero nombre.

Voy a llevarte al burdel de la locura y voy a estamparte en la pared junto a todas tus mentiras, vas a saber apreciar lo que es el dolor de sentirse vacío, pero de verdad, y entonces, me suplicarás que te rescate, entonces, sentirás la misma vorágine en el pecho que sentí yo cuando vi cómo todo mi mundo se rompía y recaía sobre él el enorme velo de oscuridad de noche infinita que me lanzaste, para recrearte en tu falsa victoria, siendo la emperatriz maldita, dueña de un pueblo ciego que te acogió por mi súplica, y que me robaste como buena hipnotista. Como buena actriz. Como maldita egoísta, falsa mártir.
Vas a retorcerte de dolor cuando te explote en la cara el mío, el que me causaste, el que me causas, y el que siempre llevaré conmigo desde que decidiste que te estorbaba para ser la dueña de todo aquello que en su momento a mi me amaba. Me dejaste sola, e hiciste que todo el mundo viera en mi, la ponzoña de tu identidad real, me jodiste, me jodiste la vida, me jodiste el amor, me jodiste mi forma de ver el mundo.
Me lo arrebataste.
Me lo arrebataste todo.
¿Y ahora tienes incluso las agallas de preguntarme tú a mi que por qué?
¿Las agallas, las malditas agallas de culparme de tus trastornos?
Tu enfermedad eres tú.
Y algún día cuando no te quede más remedio que consumirte, aunque sólo sea por dentro, ya que tu orgullo y tu mente rota no te permitirán arrepentirte y decir la verdad, sabiendo que eres una persona discapacitada emocional, y un vampiro anímico, ese día, justamente ese, aunque ya ni conozcamos la existencia de la otra, aunque ya no sepamos qué fue de cada una, ese día, será el más importante de mi vida, habré llegado a la meta que me marqué, realizaré mi sueño, seré feliz, y habré conseguido a las personas que verdaderamente tenían reservado su lugar en mi destino, mientras tú, caduca bondad que sólo surge para complacer y ganar al juego humano de la mentira y la actuación, estarás hundida en la más profunda fosa de desprecio y repugnancia hacia ti misma, porque te lo mereces.
Es lo único que te mereces.

Tranquila, ni necesito ni quiero tu perdón, puedes quedártelo, como todo tu veneno y tu rencor, y tus obsesiones insanas. Tu vacío y tu precipicio son todos tuyos, deja de intentar lanzarme por ellos y acepta de una vez que no fuiste tú quien más quiso.
Fui yo y lo aprovechaste.
Ese fue mi error.
Tranquila, no necesito que me odies, nadie me odia más que yo misma.
Ojalá algún día reconozcas que tu alma infecta es una asesina.
Una sociópata. Mentirosa compulsiva.
Obsesión. Espejo. Proyección.
Enfermedad... Ese es tu verdadero nombre.

Y esta es mi carta para ti,
hija de puta.

PD: Espero que entiendas, que te escribo desde el odio,
ese que nunca supe sentir, y que tú, y sólo tú, has liberado.
No llores, no te mientas, no te quejes...
¿Qué clase de monstruo soy?
El que tú has creado.

"Escarba en los recuerdos y deja de buscar en la vida real"

[Que nadie se de por aludido,
os odio a todos por igual]