miércoles, 31 de julio de 2013

# I will never be the same.

Que desde que llegaste ya nada ha sido igual, y desde que te fuiste peor...
Porque me rompiste de tal manera que ya no hay forma de arreglarme, ni de juntar los pedazos, no, simplemente no.
Y fuiste tan brutal que me despojaste de mi misma, incluso hiciste algo peor, me separaste del mundo entero.
Aún recuerdo cuando viví pensando en nosotras, sin hablar de nuestra relación en sí misma: Como si estuviéramos rodeadas de parejas de tres, como si nuestro número impar fuera un error, y un detalle accidental sin importancia, cuando viví creyendo que podría soportar este detalle hasta el final. Los demás también solían darse cuenta, pero ninguno más que yo, yo incluso más que tú.
Y es que basé mis días en limitarme a sonreír a la altura más elevada a la que fui capaz de propulsarme. 
Y es duro, muy duro levantarse cada día perseguida por mis dos pensamientos sucesivos e igual de funestos:
El primero, siempre el mismo, cuánto había deseado siempre que todo eso sucediera, lo deseaba de verdad, y desde el primer momento en que te vi. Y el segundo, el de que desde el principio, había sufrido por mi, y por ti.
Por mi, porque al observarme en el espejo, sólo veía a una amante lateral y espectadora, que envolvía a cada despertar su impotencia con palabras pacíficas y románticas, condenándose a sí misma a la injusta terquedad del silencio, y así aprendí que mendigar amor es la peor de las indigencias, porque lo que está en juego es tu persona, y no hay otra cosa: El que está por encima acepta dar limosnas, pero no darte amor.
Yo deseé con todo mi ser, y con cada ápice de vida que sucediera todo esto. El creer que sólo estábamos tú y yo, era la ecuación perfecta: La ecuación perfecta del número dos, tú y yo. Dos, un número impar para mi.


Fue todo tan convincente que me hizo pensar que nuestra ecuación nos había dado lo que nunca otros nos regalaron. Lo que nunca habíamos tenido... Y eso también lo pensábamos.
Era difícil calcular las pérdidas y las ganancias en una relación como la nuestra, y eso lo pensé desde el primer momento en el que celebraba nuestro primer beso. Lo que acababa de suceder, el comiendo de todo esto... Maldito Febrero el que me hizo enamorarme. Maldito Abril, que me ató a tus labios. Maldito Agosto que resucitó mis esperanzas para nada... Maldito Octubre, que me abandonó, y me hizo perderme en un camino para no volver a ser igual jamás.


Porque mientras el desequilibrio comenzaba a acecharnos, descubrí que tú eras el equilibrio de mi corazón.
Pero nada de esto me conmovió tanto como el saber que a mi pobre corazón mal herido no le importaba aquella infidelidad, ni las mil siguientes que se sucedieron, ni las millones que se pudieran suceder.
Y creo que en mi vida, esa fue mi segunda traición. Y también mi primera intuición.


Si ha habido alguna vez, una mujer enamorada, esa era yo. Si alguna vez he estado enamorada, fue entonces. Pero fue demasiado amor. Demasiado grande, demasiado complicado, demasiado confuso, arriesgado, y doloroso. Demasiado poco recíproco.
Fue tanto como yo pude dar, más del que convenía.
Por eso se rompió: No se gastó, no se agotó, no se acabó, no se murió, sólo se rompió.
Se vino abajo como una torre demasiado alta, como na apuesta demasiado alta... Como una esperanza demasiado alta...

Yo acepté llevar mi mochila llena del cemento de tus olvidos; acepté llevarte en mi cabeza, y créeme, cómo pesabas... Pero es que tus llamadas eran la banda sonora de mi calma, y tras todo eso, por un segundo me asusté al pensarlo, pero un segundo después ya me había acostumbrado a aquel escalofrío, a la punzada de amor y de conocimiento que nunca me abandonarían desde ese instante, después de tanto tiempo, a veces siento que he sentido demasiado, pero me vuelves a hacer feliz, con pequeños gestos, pequeñas cosas, y le doy otro significado a la palabra "vivir", pero recuerda siempre que no puedes culparme por mi autodestrucción, porque tú fuiste el motivo, y la excusa, para hacerme esto.

Y es que, me rompiste el corazón y los esquemas, y los poemas... Y desde ti, o desde sintigo, siempre me escribo triste y de esta forma, porque estando contigo y sin ti al mismo tiempo, sucedió: No sé el qué, algo, pero es así, y desde entonces, sé que nunca volveré a ser tan necia y ciegamente feliz, o simplemente feliz, a secas, viviré contenta, pero no seré feliz.
Estaré acompañada, por buenas personas, por quienes me querrán, pero nadie me quitará la soledad que tengo dentro.
Porque después de este tiempo, sigues siendo la droga que mejor me coloca, y mi irremediable debilidad: Sigo sin poder decirte que no a nada...

Y, aunque ya no te quiera con la cabeza la vida da muchas vueltas, y mi corazón a veces se queja, se revela contra el presente, y tonto como él solo, me recuerda que aún te apunta, que aún estás ahí.
Escondido tu nombre detrás de un par de heridas, tan bonito como siempre.

Porque querer con la cabeza, y querer con el corazón, son cosas muy distintas, y yo ya te lo dije, siempre te iba a querer un poquito más que el resto.



miércoles, 10 de julio de 2013

# Ya está, sólo eso.

Te echo de menos.
Ya está.
Fín.
¿Para qué escribirte más, si lo único que quiero decirte es eso?

Que creo que desde que me pediste que te besara por primera vez, pasó lo que tenía que pasar, pasó lo que pasa cuando no sabes cómo hacerlo, pero quieres, vamos, que me quedé imantada a ti, y que el corazón se me paró; a lo mejor me morí en ese momento y aún no lo sé, pero ¿qué importa? Tú me dijiste "bésame"...
Y es que desde la primera vez que te ví, yo ya había estado besándote cada día un poquito, y pensando que quería algo contigo. Lo que fuera. Cualquier cosa. Cualquiera. Pero contigo.

Y en menos de dos segundos, ahí estábamos, besándonos, y yo pensando que no quería que te fueras nunca.
Ojalá siempre lo tengas en mente.
Ojalá siempre recuerdes que nunca, bajo ningún concepto, querré que te vayas.

Y es que, ¿para qué decirte nada más, si yo sólo quiero decirte eso?
Que te echo de menos...

domingo, 7 de julio de 2013

# Volver.

Un amor sin recuerdos, sin paseos por el parque, sin albumes de fotos, y sin besos enmarcados, así fue lo nuestro, porque a ti era mejor quererte sin permiso, con rabia y al contado, y aunque no lo creas, yo ya te quise así, y si me dejaras, así volvería a quererte... Porque si es mejor quererte así, sin permiso, con rabia, y al contado, así te querré, como jamás te quiso quien más te haya marcado.

# Alguien...

Yo sólo quiero alguien con quien poder odiar el mundo con la misma intensidad, unos ojos que me miren y terminen con todas mis guerras, alguien por quien las madrugadas se vuelvan días, y los Martes se conviertan en Sábados.
Lo único que siempre he pedido, es alguien que me haga creer que todo, absolutamente todo, es posible.
Que con la magia de sus manos pueda hacerme, si no feliz, menos triste, y que me bese como con miedo a perderme...
Porque debe ser bonito sentir que alguien tiene miedo a estar sin ti, y que alguien te hace pensar que existir merece un poco más la pena, y que los Domingos no son días suicidas... Y que la luz del Sol no quema...

Debe merecer la pena, estar tan triste y esperar tanto, dejarse partir, y lucharse tan poco, si es por encontrar a ese alguien, pero... ¿Qué pasa si lo encuentras y no te quiere?, ¿qué pasa si no odia el mundo con la misma intensidad que tú?
¿Y si no tiene miedo a perderte?

Y es que, quién iba a lucharme... Quién iba a odiarse tanto...
Quién iba a hipotecarse por mi...

viernes, 5 de julio de 2013

# Te odio.

Te odio por hacerme tan feliz, por hacer que pierda la cabeza sin darme cuenta, por esa nube que aparece cuando llegas y me evade de todo.
Te odio, porque no puedo decirte que no a nada, porque me debes mil besos y no me atrevo a reclamarte ninguno, y en el fondo es culpa mía, por no curarme la herida...
Te odio por venir, pero no quedarte, y por abrir tanto los ojos y hacer que me olvide de mi, te odio por esas canciones que nos cantamos, pero sin cantar.
Te odio, por tu sonrísa infinita, y tu pelo y tus gestos, y esa forma tonta que tienes de sonreir cuando yo río, y te odio más cuanto más lo pienso porque eres tan tú, que a veces me olvido de que ya te conocí en todos tus modos, y todos tus aspectos, y todas tus voces, pero ahora ya no, y es que te odio, por hacer que yo sola me haga este lío.
Te odio porque no, y te odio porque sí, por preguntarte si te quieres venir a dormir, y que me digas que sí, por decirte que eres el huracán más tonto de mi vida, y que me digas que no.
Te odio, a ti, por no hacer lo que... Quiero -que me beses-
Te odio, a ti, por hacer lo que...
No quiero -que te vayas nunca-
Te odio a ti, por no poder odiarte ni un poquito.

miércoles, 3 de julio de 2013

# Date prisa.

Sin remedio, con el orgullo herido, como lo que entierras bajo la arena, pero cada día el viento destapa.
Así, sin certeza y sin futuro, con incertidumbres y paradojas, así, como sin saber por qué, o como queriendo no saberlo, así, de esa forma tan mía y tan humana, así, tan oculta y a la vez tan pública, así, destapando heridas de noche para que nadie mi dolor note...
Así... De esa forma tan propia de quien amó hasta no dar más de su ser... Espero que no vuelvas, porque me vas a matar.

Me vas a dejar sin aire y sin besarme, me vas a joder los días, y sin darme la mano, y vas a encender la llama, que tengo bajo llave, detrás de tres o cuatro heridas, y que lleva tu nombre y un "CUIDADO" escrito en grande.

Pero es tarde, supongo, has vuelto, y aquí estamos, discutiendo por quién se va a dormir antes, o por quién le debe más a quien.
Es cierto, ya no estoy enamorada de ti, pero ya te dije, cariño, que una parte de mi, siempre iba a quererte y a estar esperando por ti, y no veas qué feliz me hace esa parte cuando estoy cerca de ti, pero no imaginas cómo duele cuando finges desinterés, o cuando lo sientes de verdad, por eso, mi más sentido bésame.

Pero bésame ya, porque me vas a matar.



# Incluso más.

Conocía cada rincón de tu piel, como conozco cada rincón de mi casa, porque tú, eras mi hogar. Podía traducir tu silencio y tu ausencia, porque eras la sonrisa fugitiva y el amor travieso que se clavaba entre mis costillas.
Eras de todo, menos lo que quise que fuéramos.
Y es que antes de que otras leyeran tu cuerpo, yo ya entendía tus sonrisas a escondidas y tus suspiros, tus miradas que iban a parar al suelo, y todas tus tormentas y tus pasiones, y eso, era amor, pero del bueno.
Y es que, estuvimos a nada de serlo todo, pero sucedía que tus ojos sólo buscaban labios que hipnotizar, porque qué ojos tan bonitos tenías cariño, qué ojos... La música que sonaba en la cama, después me hacía daño, por eso ya no la escucho, porque ahora todas esas canciones me hablan de ti, y de los besos que deslizabas por mi cintura hasta perderte donde querías, porque mi cuerpo era tuyo, y no tenía rincones prohibidos si era tu boca quien los besaba.
Tú, que fuiste la historia más rara y cambiante de mi vida. Tú que me robaste el alma desde la primera mirada, allá por el año en el que nos vimos desde lejos.
Qué catastrófico fue el final mi amor...
Nos despedimos creyendo que una despedida sin mirarnos duraría para siempre, pero eso es imposible, el amor siempre sobrevive mucho más de lo que dura, y conoces mi obsesión por pensar que lo mejor siempre está por llegar, y más, si era contigo...
Pero aunque parezca mentira, cuánto daría por volver atrás y volver a empezar para hacerlo mejor, para quererte incluso más, si eso fuera posible, porque te prometo que te dediqué cada latido y cada taquicardia, para luchar un poco más, y para dejar que me rompieras, si cabe, incluso más de lo que lo hiciste, amor, incluso más... Porque por ti, me hubiera dejado romper, me hubiera dejado caer, incluso me hubiera dejado llevar...
Pero sonaba todo demasiado bien, ¿no?