domingo, 7 de septiembre de 2014
# Los viajes inauditos.
jueves, 10 de julio de 2014
# Verano.
Desde hacia un tiempo se dio cuenta de que en la vida nada es casualidad, sino causalidad, y vaya problema cuando su brújula emocional entró en conflicto con las teorías de azar, el juego, y las ecuaciones, ya sabéis, todo eso de calcular, probabilidades, incógnitas, y no saber qué va a pasar.
La verdad es que siempre fue más de letras, de esas que no saben fingir, de las que necesitan un por qué para todo porque sí, de las que rompen todo lo que tocan sin querer y son demasiado kamikazes como para esperar esa clase de amor que solo un escritor sabe dar, y vivía en una caja de cerillas mental.
En la radio sonaba "Coffe and TV", de Blur, y aunque no tiene nada que ver con la historia, era necesario decirlo, porque la canción era casi tan bonita como el verano en el que se conocieron, y casi tan bonita como el verano que se imaginaban juntos.
Aunque no lo dijeran.
El invierno era otra historia, tampoco importaba mucho en ese momento. La arena de la playa llenaba el reloj de arena que les ahogaba y daba vida, algo así como la relatividad de las distancias y del tiempo si estaban juntos.
Y es que medir las distancias no siempre implica dejarlas largas.
Él se acercó con el disimulo propio de quien no sabe si le da más miedo hablar o callarse, si pedirle la hora o un beso, y se regalaron un par de miradas antes del prototípico saludo y las risas infantiles y caprichosas y toda la droga del momento y las canciones y el mar de fondo, solo de fondo, como si no hubiera nada más fuera de las dos toallas.
Y posiblemente no lo hubiera.
Porque estaban en la playa, y era verano, y se acercaron hasta estar en la distancia justa como para no poder evitar tener las manos entrelazadas, y por supuesto, las ganas de todo, de todo excepto de que eso se acabara.
Se quedaron allí, hablando de todo y de nada y sin palabras, haciendose cosquillas en los costados hasta acariciarse el corazón.
Se acariciaban con la suavidad de quienes saben lo que duele arrancarse después una tirita si la colocas sobre una herida que no está curada, tocando a tientas al otro, como si fuera un encuentro fortuito y sorprendente, y quizás sí.
Se acariciaban hasta hacerse cosquillas en el corazón para hacerlo reir, porque qué risa más tonta y más merecida...
Ella se quemaba los tobillos y a él le quemaban las ideas, qué desastre más bonito.
Él era como una caja sorpresa, como la del gato ese que se pasa la vida sin saber si está vivo o muerto, siempre con los pies por delante, pero muy, muy vivo... Ronroneando en su espalda, susurrando con la sonrisa.
Ella era como esa sonrisa tonta de cuando le confiesas tu adicción al fuego y al amor a alguien y no huye, sino que se queda contigo a cantar canciones que ni sabéis entonar ni pronunciar y te mira como si no existiera nada más allá.
Eran como polos iguales que en lugar de alejarse se atraían, y al fin y al cabo ni París, ni Venecia, a ellos siempre les quedará la playa.
Diría que fin, pero sería absurdo ponérselo a algo que puede que esté a punto de empezar, o quizás no, es cosa de dos, y qué tontería eso de los finales cuando no hay prisa porque lleguen.
¿No?
domingo, 22 de junio de 2014
sábado, 21 de junio de 2014
# Llámalo x :
Y para hacerlo bien del todo,
debo terminar por el final, pero es que nunca hubo.
Y ya os podéis imaginar.
Tan triste como el que vive enamorado de la cicatriz,
como el que recuerda y se siente estúpido
porque amó y amó y amó,
y se dio de bruces con la realidad al compás de un
"llámalo x, pero nunca te voy a querer tanto como tú a mi".
Está lloviendo dentro de casa, como siempre,
y el pasillo, ese en el que nunca has estado,
te echa de menos.
Mi almohada, la tonta, que dice que sigue loca por conocerte...
Dime ahora cómo le explico que prefieres dormir en otra cama.
El amor es un poco como una escalera infinita que no lleva a ninguna parte,
y de los dos, para ser sinceros, tú siempre fuiste la parte cobarde;
yo me lancé al vacío y tú te limitaste a mirarme caer.
Y caí.
Y te he dicho "necesito olvidarte",
y lo único que has sido capaz de contestarme
es un "sí", y un "¿qué harás con tu vida ahora?",
¿de qué vida hablas, iluso?, eso ya no existe.
Esto nunca lo ha sido.
Esto es mi supervivencia.
La caída infinita.
La paradoja del agujero negro y la nebulosa.
Pero nada más.
Tú por tu camino,
yo por el mío,
como si jamás nos hubiésemos conocido,
como si nunca nos hubiéramos besado.
Como si esta fuera la primera vez que nos "olvidamos".
viernes, 6 de junio de 2014
# Te quiero.
Quiéreme como si fuera a funcionar toda la vida,
como si las arrugas y los kilos de más no molestaran,
como si lo más bonito que has visto nunca fuera el cielo de tu espejo.
Por favor, quiéreme,
pero sobretodo, quiérete.
Y si es posible, quiérenos.
Me encanta el verbo querer, y me encanta quererte.
Y lo mejor de todo es que te quiero y te quiero querer.
He renunciado a lo que deseaba por lo que merezco,
y si eso no es esfuerzo, que venga cualquier Dios que no seas tú a decirme qué es.
Y lo mejor es que te quiero.
Dime ahora qué hago con todas las obsesiones anteriores que no llevaron tu nombre.
Dime qué demonios hago con todos los besos que no me has dado,
con los abrazos, con los polvos, con los viajes, con los libros, con mi vida.
Dime qué demonios hago ahora con mi vida si te quiero y estás lejos.
Quiéreme.
Quiérete.
Quiérenos.
Que no te prometo nada,
porque no puedo,
porque no sé,
porque no debo,
pero quiérenos,
porque podemos,
porque sabemos,
porque debemos,
y porque sí, joder,
querámonos.
He destrozado todas las estructuras,
la métrica, la técnica, la rima y el ritmo,
la temática, la musicalidad, los versos, y el poema.
Estoy haciendo lo que me da la gana con lo que escribo,
y es por tu culpa,
y lo mejor...
Es que te quiero.
Hazme un esquema de deseos y te los cumplo todos en sesenta y nueve parpadeos, mi vida.
Si me dejas,
en sesenta y nueve parpadeos.
O en trescientos sesenta y seis besos.
Uno por cada día que te quiero.
Y vuelta a empezar.
Te los cumplo en cuarenta y dos abrazos,
novecientas caricias,
cien mil mordiscos,
treinta y seis hundimientos al mes,
a veintitrés miradas por hora.
Dímelos todos, que te los cumplo con cuanto pueda, mi vida,
en infinitos gemidos, en todos los modos,
contigo lejos o sin ti cerca.
Dímelos y me desvivo por vivirte.
Dímelos y te los cumplo como sea.
Y lo mejor,
es que te quiero.
martes, 29 de abril de 2014
# Huida.
Como cuando de madrugada me llamabas guapa
Aunque nunca fuimos, pero lo éramos, lo sabes.
Lo éramos todo.
Y te fuiste.
martes, 22 de abril de 2014
# Madrid.
ven y hazme el amor y la guerra,
y no escatimes en detalles,
de ti lo quiero todo desde que te conocí,
y eso que ya no conozco ni la mitad de tu mitad,
de tu mitad.
Ven.
Me miraste como se mira un recuerdo,
y nos acabábamos de conocer,
quizás fuera amor a primera vista,
o a secas, amor,
y no me arrepiento de nada,
excepto de todo el tiempo que,
por una cosa o por otra,
no he podido pasar contigo.
No te estoy escribiendo
porque quiera saciarme de ti,
sino porque quiero saciarme de olvido,
y volver, si es posible,
cuando nos mezclemos tu sonrisa,
Madrid, y yo.
Madrid, últimamente pienso mucho en Madrid,
y en los dos mil colores de la ropa que me pongo,
y que te pintaría en el cielo,
y que te regalaría en un ramo de flores
y en tantos orgasmos como pudiera.
Últimamente también pienso mucho en ti.
Últimamente pienso tanto que os mezcláis Madrid y tú,
y qué quieres que te diga, qué desorden de vida más bonito.
jueves, 17 de abril de 2014
# No te vayas nunca, por favor, quédate.
Paseos por la orilla con los zapatos en la mano y el pelo más que despeinado.
Charlas, cola-caos, vídeos cantando y bailando, la reconciliación con nosotros mismos, la casita alquilada, la cocina tradicional, las habitaciones blancas, los tejados de color marrón anaranjado de tejas superpuestas.
Las flores que caen por encima de las paredes de las casas en cascada, azules, amarillas, rosas, rojas, y blancas.
La gente mayor, los niños, los padres de los niños tomando café y tostadas con las camisetas de promoción de Coca-cola y Nestea, y las abuelas paseando y hablando de la juventud de hoy en día.
El olor a mar y el sonido de las olas, la arena fina, el agua fría, el campo a menos de un kilómetro, las mariposas, los perros, algún que otro gato intentando cazar gorriones y golondrinas.
Las fiestas los Sábados y las reuniones de todo el pueblo en la plaza los Viernes a las ocho.
Las lámparas encima de las mesas del bar de la playa y alguna que otra fundida, y alguna que otra parpadeante.
La comida casera, el olor a pan por las mañanas, la luna y las estrellas sin contaminación lumínica por las noches, los helados de fresa y los helados de yogurth. Los trucos de magia de Pablo, el niño de 12 años, el hijo de Marisa.
Y hacer el amor en la playa a las 4 de la mañana, y los viejos verdes de la zona sur, y los días sin fecha, la pérdida de la noción del tiempo, el cine de verano con el proyector.
Los refrescos, los tés, las sandalias, y las sandalias que se rompen, los bailes en la plaza, las adivinanzas y los chistes, los refranes, el queso y el vino y los piquitos de pan.
L'été, c'est l'amour et la liberté.
martes, 15 de abril de 2014
# Para ti, Amada.
Te fuiste por la puerta grande sin necesitar una despedida, pero ahora le escribes miles de ellas sólo para creerte una más de tus tantas mentiras, como que eres mejor que ella, como que no te importa que te ignore, como queriendo creer que no volverías a su vida y todo lo que conlleva con que tan solo te dijera ven, ¿pero sabes qué? Que tú no, pero yo sí soy lo que tú no fuiste, Amada.
Sexo... Qué bonita me parece esa palabra salida de ti, porque es lo único que sabes hacer, del amor... Del amor no sabes nada, porque tú le dedicabas mil poemas, pero no, cariño, no la hacías sentirse, amada, y yo, bueno... Yo sí soy lo que tú no fuiste, Amada.
prohibido pisarle las flores a la primavera más preciosa que has podido respirar,
prohibido llorar lágrimas de cocodrilo para imitar el mar más bonito que has podido probar entre sus pieras,
y que no merecías ni por asomo, ni por suerte, ni por desgracia, ni por nada del mundo,
y por su puesto,
prohibido hablar de ella como si la hubieras querido, porque es mentira.
Tú sabías cortarle las alas, y encerrarla entre tus piernas como si así te fuera a querer más, y qué pena,
porque eso no amar, eso es poseer, y la clave no está en hacerla tuya, si no en hacer que quiera ser tuya, y tú, estúpida, no sabes hacer nada a derechas, sólo a tu manera, y qué puta mierda de maneras tuviste de tratar su corazón, su cremallera, su casa, su tristeza, a toda ella.
domingo, 13 de abril de 2014
# Tú no tenías precio.
Y sí, todos tenemos un precio, pero no todos estamos en venta.
Aposté por todo lo que no tenía asegurado y sin ases bajo la manga, a corazón descubierto, con la voz levantada y la cabeza bien alta.
Ya me partí el cuello pasando horas de pie bajo su terraza, ya me resfrié por darle mi chaqueta, ya me rajé los labios de tanto mordérmelos para no decirle tantas cosas como deseaba decirle porque sabía que no quería oírlas de mi voz.
Yo ya estuve en su cajón de abrazos y le quité la ropa y fregué sus platos y saqué a su perro y acaricié su tristeza y besé su boca cuando se cayó patinando y ya falté a clase por abrazarla mientras lloraba en su casa y luego me recorrí la ciudad en 12 minutos para que mis padres no me pillaran, -que me pillaron-, que yo ya me sé los pasos que hay de su casa a la mía y las escaleras que hay de la tierra a su existencia.
Sonreí por su culo y perdí el culo por su sonrisa, no le regalé flores, pero porque no me dejó...
No le compré la Luna porque prefería salir al Sol a pasear, pero ya sabía que yo lo apagaba cuando quisiera si así lo necesitaba.
Y es que no importaba el frío cuando yo era quien acompañaba a casa sus ojos, porque nuestros besos no tenían horarios. Sabía que por mi, hubiera ido siempre de su mano.
Que ya jugué a los médicos en su cama, y me inventé historias para reír entre besos y polvos, que ya nos dormimos sin ropa y nos despertamos con su abuela en casa y tuve que salir corriendo.
Que sí joder, que ya le hice el amor y besé su cuerpo con toda la timidez del primer amor, que me aprendí su número de teléfono, y de lunares, y de miedos, y el shampoo que usaba y el orden de alimentos en su nevera, y dónde guardaba la correa del perro.
¿Nadie entiende que no hay motel, ni noche transcurrida en ellos que sea comparable a la sensación del hogar, y de dormir en él?; qué tontería y qué osadía usar tinta para desmerecer los recuerdos, bajarse las bragas para subirse el ego, lanzar flechas de desprecio cuando las de saliva duran más, ¿no?
Ella mi país.
Tanto que después no me quedó ni para mi.
sábado, 12 de abril de 2014
# Mensajes indirectos.
y éramos todos esos problema adolescentes que se pueden tener a la vez,
éramos la vergüenza, la timidez, el arrojo y la falsa indolencia.
Fuimos de todo y nos conocimos en invierno, no pudo ser casualidad...
Fuimos las bromas con mi apellido y con las formas que odiaba que me llamaran,
"Señorita Serrador, acuda a caja por favor",
y yo acudía a la caja a comprarte esas bebidas que te gustaban tanto y que a mi tanto asco me daban,
aún tengo unas alas por beberme en la despensa enlatadas y seguramente caducadas.
Fuimos sexo y fuimos algo parecido al amor,
pero no me atrevo a llamarlo así porque en su momento no lo sentí.
Bueno, mentira.
Lo sentí, pero intermitentemente, y creo que eso no es amor.
¿Y qué si te digo que te tengo en frente y me matan las ganas de mirarte,
pero no me dejo hacerlo porque no quiero que salga la niña tonta que te quería?
¿Y qué si pienso en todas las canciones que te dediqué y luego tú reutilizaste?
¿Y qué si paso por la columna de nuestro primer beso prácticamente todos los días,
y ya no me acuerdo de cuál era, pero sí del beso?
No te imaginas, ni por un segundo, lo bonito que es acordarme de ti,
y, ni por un segundo, te podrías imaginar cómo dueles.
Y aquí estamos, mandando mensajes embotellados para ver si con un poco de suerte,
llegan a nuestros respectivos puertos y nos queremos, de nuevo.
viernes, 11 de abril de 2014
# Qué destrozo tan bonito.
Supongo que eso era antes, que ahora tú eres un poco más alocada y yo... Bueno, yo sigo siendo la misma tonta de siempre, eso ya lo sabes, solo que un poco más rota.
Creo que no puedo escribirte mucho más porque ya te lo sangré todo, pero el problema es que no sé qué me pasa o qué tienes, o qué me falta que ya sabes, una parte de mi, siempre, y como todo el mundo, pero siempre un poquito más, y menuda jodida putada.
En fin, no me hagas mucho caso, siempre he estado un poco gilipollas,
sobretodo desde que me enamoré de ti.
Ojalá no me hubieras roto de semejante manera,
ni me hubieras dejado ir, -o más bien echado-,
por esa boca y ese otro nombre de mujer...
Ojalá.
"-¿Qué es lo que quieres, Sara?, ¿qué más quieres?
+ Lo único que he querido desde que te conocí es a ti"
Y me dio un beso en la frente, y se fue.
Y luego creo que no me desmayé al quedarme sin aire gracias a dos personas.
No sé, supongo que si fuera un gato ahí perdí una vida.
Porque se fue,
o eso dice la ausencia,
no sé.
miércoles, 9 de abril de 2014
# Pasó lo que siempre pasa.
quizás fue amor a primera mirada,
y yo te había mirado tanto antes sin saber quién eras...
que nada sale como lo planeado y que por diez palabras tontas,
te fuiste.
y querer querer,
y el amor siempre va a ser lo segundo,
porque antes que querer a una persona,
está el querer quererla.
siempre me lo dicen,
pero es lo que tiene que se pare el reloj
cada vez que piensas en lo que fue,
en lo que pudo haber sido, y en lo que no será,
ya lo sabe...
Estuvimos a nada de serlo todo.
que nada sale como lo planeado,
y por un capricho echamos de nuestra vida lo que merecemos.
tráeme alcohol o tiritas.
sábado, 5 de abril de 2014
# Todo esto lo he escrito a partir de un "te odio":
porque tú para mi eras la persona, y no una más de cientos.
A veces pienso que jamás me voy a curar de tu enfermedad,
de tu nombre y de mi.
Es curioso cómo duele imaginarte queriendo a cualquier otra de la forma,
-de la única forma en la que siempre ansié que lo hicieras-,
-de la única forma en la que jamás te pediría que lo hicieras-,
porque tú sí puedes volver a querer como yo te quise,
pero yo todavía no he podido volver a ser yo.
Ya no me quiero, pero cuánto te quise...
Todavía no he salido del naufragio que me dejaste en el corazón,
y en la vida,
y cada vez
se me hacen
más cortas
las
frases.
Como la respiración.
Como las ganas,
de cualquier cosa,
si me acuerdo,
de ti.
Estoy cansada de no quererte más,
de que no me hagas el amor,
y de que nunca quisieras hacérmelo,
de haberme enamorado de ti con todas las letras de la palabra
con todas las connotaciones y responsabilidades del verbo,
con todas las heridas que estaba dispuesta a hacerme por ti,
con todas las alegrías que estaba dispuesta a robarme
para dártelas,
a ti.
Pero tú siempre fuiste para mi o para conmigo como un pájaro,
libre,
como un cervatillo,
salvaje,
y no sé qué tiene, o qué me falta,
pero nunca deseaste mi lado de la cama,
ni mi lado izquierdo del pecho,
ni quedarte.
Y yo me arrancaba las alas para volverme tu nido...
Me convertía en estatua para merecer tu pedestal.
Me destrozada la vida para regalarte a ti mis rayos de sol,
en los días grises, -que aún no conocía-.
y que todavía no se han ido.
Lo que más duele es saber que nunca me has querido,
que me rompiste de tal forma que una parte de mi siempre te va a esperar,
y es una putada de las grandes, porque me destrozaste,
sin cura, sin posible reencarnación sin ir en tu busca,
que me rajaste la vida desde el pecho hasta los tobillos,
me la mataste; me mataste la energía, la fuerza, las ganas,
y la vida,
y lo peor,
es que tú, ni si quiera me hiciste sentir que tenía una.
Porque era tuya.
miércoles, 19 de marzo de 2014
# Poesía.
lunes, 24 de febrero de 2014
# Tú serás mi título.
y yo esté aquí esperándote con los brazos abiertos y la sonrisa colgando de tu hilo,
porque te prometo que había hecho muchos planes para cuando tú y yo,
y la carretera y el cielo y tus manos y mis besos y todo eso de irnos al infierno
despacito a fuego lento.
lunes, 10 de febrero de 2014
# Born to die.
Puedes volver a plantar más jazmines, vendrá otro verano y venderán otros helados, el agua volerá a calentarse, y la película la puedes volver a ver...
Pero ese jazmín ya no será igual de blanco, ni ese verano olerá igual, ni los helados estarán tan buenos. El agua volverá a calentarse, pero ya te habrá caído el chorro de agua fría por la espalda y el agua templada que ahora se precipita sobre tu columna crea una diferencia térmica que hasta duele.
Ya no sentirás lo mismo al ver la película, porque ya sabes cómo acaba, y en qué segundo le disparan al chico de la tienda de discos viejos.
Y un poquito así pasa con todas las cosas, que son bellas porque sabes que algún terminarán pero en ese exacto momento en el que las vives existen y son, y están para ti, pero, al fin y al cabo... Todo se muere, las oscuras golondrinas, los campos en flor... La calandria dejará de responderle al ruiseñor, el ballestero ya no matará más avecillas porque él mismo se murió, el olor de tu casa cuando te vayas a la universidad, el sonido del despertador de tu vecino que se oye hasta en tu cuarto, el recuerdo, el miedo...
# La mujer de la casa de las lilas.
Siempre se asomaba a la ventana a las diez y treinta y seis minutos de la mañana, y a las tres menos cuarto de la madrugada.
Sin excepción.
Tenía una estantería llena de libros y una pequeña mesita junto al sofá donde se recostaba para leer cerrada con llave. Nunca abrió el cajón en mi presencia, así que llegué a la conclusión de que encerraba en él un sucio secreto, o algo que proteger con su vida.
Su gato, Frodis, -nombre que jamás entendí, pero que tampoco me atreví a preguntarle su significado-, era un gato famélico que se paseaba de aquí para allá con aires de grandeza, como si fuera el amo y señor de la vieja casa que le hacía de hogar, y se lamía y relamía siempre catorce veces cada lado de la cara con sus pequeñas patitas color blanco.
Era un gato negro con las patas blancas, un gato un tanto singular, como la señora que vivía en la casa de las lilas.
La señora no tenía buzón, ni entrada en la puerta para las cartas, decía que eso deprimía a la gente porque les creaba la esperanza de recibir cartas que no iban a llegar.
Tampoco tenía cubo de basura, decía que era una forma estúpida de justificar que las personas nos rindiéramos fácilmente y lo tirásemos todo a la primera grieta, decía que prefería reciclar las bolsas de la compra para la verdadera basura.
No tenía televisor, pero lo suplía con un viejo cacharro que le hacía de equipo de música, era una reliquia milenaria para los tiempos que corrían, leía vinilos, compact disk, cintas de casete, y creo que si le cantabas y pulsabas el botón azul redondo de la izquierda, te grababa.
Más que ancha, era una casa alta, muy alta y muy blanca, a veces me pregunto si no era una prolongación de las nubes, pero lo más raro de todo es que la señora sólo vivía en las dos primeras, el resto estaban cerradas, vacías, sin nada más que polvo y alguna que otra araña vieja anidando en las esquinas.
Tenía unas ventanas enormes, y si las mirabas mucho tiempo daban miedo, parecía que se iba a asomar una bruja, o un demonio, o que te ibas a morir allí mismo, y no lo entendía, porque parecía todo tan apacible...
Pero esa sensación recorría el cuerpo de cualquier mortal que mirara la casa de las lilas.
Al final, cuando me tuve que ir a la universidad, dejé a la señora y a Frodis con sus discos y sus libros y sus ventanas grandes y misteriosas, y a las arañas de las esquinas, y a los metros de altura inalcanzables de la casa, y cuando crecí, encontré trabajo, formé una familia, y estaba a punto de irme a dormir, en mi cama, junto a mi esposo, me acordé de la mujer que vivía en la casa de las lilas, porque en mi salón también había un equipo de música, y yo tampoco tenía buzón, y mi marido tenía llave en el cajón de su mesita de noche, y entonces me dí cuenta de que la mujer de la casa de las lilas, era yo.
Fui lo más rápido que pude a despertar a mi marido porque tenía miedo, pero en la cama no había nadie, y tampoco rastro de que allí durmiera alguien más que yo, fui al baño, pero el espejo estaba roto y sucio, allí no se miraba nadie desde hacía años, corrí a tientas por la oscuridad de mi pasillo hasta la cocina, pero no encontré nada donde mirarme, no había agua clara donde reflejarme ni azulejos claros que dejaran si quiera una imagen de mi figura a mi paso, fui al cuarto de lectura y entre los libros no tenía espejos redondos, ni sitios donde mirarme, no había nada allí donde verme, así que me acerqué a la ventana, abrí las cortinas de un empujón a cada lado, y me quedé muy quieta, mirando el reflejo en el cristal...
Eran las tres menos cuarto de la mañana, un gato color negro con las patas blancas se me restregaba por el gemelo derecho y me miraba desde abajo con cara de señor mayor, y la mujer de la casa de las lilas era yo.
domingo, 9 de febrero de 2014
# Moción de censura a los Lunes.
Porque tampoco estaba tan mal pensar que no me importaría arrancarme el corazón y dárselo, porque al fin y al cabo, y de cualquier manera, ya era suyo.
No podía hacer que me quisiera, y tampoco podía hacerle sentirse querido por mi, porque ya no nos hablábamos, ni si quiera nos mirábamos.
Era un quiero y no puedo.
Era un puedo y no quiere.
Era un Jueves contenta porque mañana le vería, era un le miro los Viernes, era un dudo todo el Sábado en si decirle, "eh, ¿hablamos?", y cuando quería darme cuenta, ya era Lunes otra vez.
Joder. Lunes otra vez.
Cómo odio los Lunes.
Luego era lo de siempre, una semana pensando en él: Tres días estudiando, uno suspendiendo matemáticas, otro aprobando biología, y otro más deseando contárselo, ¿pero para qué? A él no le interesaría algo tan absurdo como que había aprobado el examen que tanto odiaba sobre las etapas de la división celular y que el de matemáticas me había puesto un uno en el examen de ecuaciones de segundo grado. Y si llovía, me preguntaba si el cielo también te echaría de menos. Y si hacia sol, te imaginaba riendo. Y para ser sincera, creo que nunca me había gustado tanto la idea de esperar a alguien, aún creyendo que no iba a llegar, como cuando decidí esperarte toda la vida porque deseaba que en algún momento fueses tú.
Los Viernes eran bonitos porque veía su pelo.
Aunque nunca quedásemos, siempre acudíamos los dos a la cita. Él en la acera de en frente, con sus amigos, patinando, yo con mi amiga, jugando a las cartas, mirándole de reojo, muerta de nervios por cuando llegara la hora de irnos, y tener que cruzar la calle, y pasar a escasos metros.
Los Sábados eran bonitos porque oía su risa.
Aunque creo que me dolía más a mi cuando se caía al suelo que a sus rodillas... Y yo entonces era absurdamente tímida por si una de esas veces en que me permitía mirarle fijamente, él sin querer miraba hacia mi y se daba cuenta de cuantísimo deseaba volver a abrazarle, aunque fuera un poquito.
Los Domingos no valían la pena porque no le sentía.
Los Domingos no eran más que un día estúpido colocados estratégicamente después del Sábado para que yo pensara en él como mi objetivo para el siguiente fin de semana.
Luego Lunes.
Otra vez Lunes.
miércoles, 5 de febrero de 2014
# Standby.
Veo mi vida con cualquiera porque en realidad me siento sola con todos.
Sé lo mucho que tengo, y lo poco que me llena.
Resumiendo, el problema siempre soy yo.
Es como sentir que todo el mundo tiene un hogar,
un lugar al que volver.
un destino.
algo,
excepto yo.
Es ese sentimiento eterno de no encajar en ningún lugar, de no pertenecer a nada, que me lleva comiendo terreno desde que recuerdo.
No sé de donde vino, no sé cómo llegó, pero no tengo recuerdo en el que el "NO SIRVES PARA NADA" no habitara en mi, ni día de mi vida en el que no me ronde la cabeza.
Y creédme que duele mucho esto de estar llena de vacío y remiendos y descosidos, lo de bajarte los pantalones y ver las cicatrices.
Lo de llorar frente a espejo y querer acabar con todo,
un día sí, y otro también,
pero ir con la sonrisa pegada porque nadie tiene que saberlo.
sábado, 1 de febrero de 2014
# Tu verdadero nombre.
Vas a retorcerte de dolor cuando te explote en la cara el mío, el que me causaste, el que me causas, y el que siempre llevaré conmigo desde que decidiste que te estorbaba para ser la dueña de todo aquello que en su momento a mi me amaba. Me dejaste sola, e hiciste que todo el mundo viera en mi, la ponzoña de tu identidad real, me jodiste, me jodiste la vida, me jodiste el amor, me jodiste mi forma de ver el mundo.
Me lo arrebataste.
Me lo arrebataste todo.
¿Y ahora tienes incluso las agallas de preguntarme tú a mi que por qué?
¿Las agallas, las malditas agallas de culparme de tus trastornos?
Tu enfermedad eres tú.
Y algún día cuando no te quede más remedio que consumirte, aunque sólo sea por dentro, ya que tu orgullo y tu mente rota no te permitirán arrepentirte y decir la verdad, sabiendo que eres una persona discapacitada emocional, y un vampiro anímico, ese día, justamente ese, aunque ya ni conozcamos la existencia de la otra, aunque ya no sepamos qué fue de cada una, ese día, será el más importante de mi vida, habré llegado a la meta que me marqué, realizaré mi sueño, seré feliz, y habré conseguido a las personas que verdaderamente tenían reservado su lugar en mi destino, mientras tú, caduca bondad que sólo surge para complacer y ganar al juego humano de la mentira y la actuación, estarás hundida en la más profunda fosa de desprecio y repugnancia hacia ti misma, porque te lo mereces.
Es lo único que te mereces.
Tranquila, ni necesito ni quiero tu perdón, puedes quedártelo, como todo tu veneno y tu rencor, y tus obsesiones insanas. Tu vacío y tu precipicio son todos tuyos, deja de intentar lanzarme por ellos y acepta de una vez que no fuiste tú quien más quiso.
Fui yo y lo aprovechaste.
Ese fue mi error.
Tranquila, no necesito que me odies, nadie me odia más que yo misma.
Ojalá algún día reconozcas que tu alma infecta es una asesina.
Una sociópata. Mentirosa compulsiva.
Obsesión. Espejo. Proyección.
Enfermedad... Ese es tu verdadero nombre.