miércoles, 27 de febrero de 2013

# Oh capitán, mi capitán...


Que le jodan al olvido, yo te quiero aquí conmigo.

Es curioso cómo pasaste de no ser nadie, a ser tú, de ser tú, a ser él, y de ahí, a vete tú a saber qué y dónde te metiste...
Y lo curioso es que, sea como sea, siempre sales a flote, como las maderas de un galeón hundido que están destinadas a salvarse, a salvar a un marinero herido.
Y es que, quizás ese es tu destino, salvarme, digo.

Porque para qué negarlo, me tocaste y me hundiste, y como lo que eres, un campeón, supiste qué decir, qué no hacer, y aquí me ves, con la esperanza esperándote fugazmente.

Qué bonitas tus promesas, qué pesada la espera.
Y joder, que le jodan a la pena, esto es lo que tiene enamorarse de un marinero, que todos tienen una en cada puerto, y pocas veces vuelven al primero.