sábado, 2 de marzo de 2013

# Carta para él.

Las tardes pasan como las golondrinas perdidas en tus ojos, sin saber a dónde van pero queriendo encontrarse.
Los días, últimamente están más nublados, y la lluvia no se decide a caer, al menos no ahí fuera, el gato sigue como siempre, tan grande y dormilón como cuando le perseguías desnudo por mi pasillo.
Ahora me dedico a coleccionar botellas de cristal, y etiquetas de cervezas. No sé por qué, así que no me preguntes.
Creo que algún día utilizaré las botellas para enviar mensajes secretos; aunque no lleguen a ninguna orilla.

La costa, la grúa y las antenas de cobre de los edificios que se ven desde mi ventana a veces dicen que te echan de menos, y el silbido del viento como única compañía cuando se apaga la luz lo confirma.

Siento mucho mis errores, mis idas, mis venidas, mis "déjame", y tus por qué sin responder.
De veras que siento aquél portazo sin un beso, y aquellas tardes sin mirarnos, aunque de la mano.
Aunque en el fondo, en realidad creo que no.

El caso es que lo siento, siento que ocupes un lugar aquí, dentro del pecho, porque... No te lo mereces.
Lo admito, por ti me volví más fuerte, por ti descubrí una parte de quien soy, y de quién puedo llegar a ser. Me enseñaste muchas cosas, y no citaré las penas, ni los daños, ni las grietas, porque no hace falta sacarlas a relucir, entre tanta palabra bonita.

Que sí, que puede que desde ti, desde entonces, sienta más, viva más, ame mejor, y defienda más y mejor lo que soy... Pero aunque te creas el amor de mi vida, ni si quiera llegaste a ser mi alma gemela.

PD: Quédate tú con París y la casa en la playa.