jueves, 17 de septiembre de 2015

# Stand-by.

Te echo de menos. 
Te echo tanto de menos, 
que no tolero la compañía de nadie más.



Toda la soledad que necesito, toda la reflexión que necesito, se basan en silencio.
Descansar de todo, dejar un espacio libre para una alfombra mullida donde reposar la cabeza; y si me fuera posible, el corazón y el alma, para intentar burlar el desafío de los números imposibles.

Después, cuando el número tres se vengue de mi, con su indivisible crueldad de número impar, perderé de nuevo el rastro de mis propios pasos, y dejaré de creer en mi propia historia. Tras esto, cuando me quede sola, confundiré aquella rara armonía, con un vulgar desorden, y aquel orden perfecto, con la más turbia variedad del caos.

Por lo tanto, cuando no me quede más remedio que convertirme en una mujer como todas las demás, me daré cuenta de lo vergonzoso que es vivir así, sin hacerme preguntas, sin necesitar respuestas.

Sé que cuando esto pase me daré cuenta de que todo lo que pensé sobre que el mundo era demasiado grande y ni si quiera con nuestras cuatro manos eramos capaces de atraparlo no era verdad. Porque yo tengo dos manos tan sólo, y sé que el mundo se volverá tan pequeño, tan insignificante, que se resbalará entre mis manos como una migaja de pan, sin que yo alcance a comprender la razón del cambio de su tamaño, todo esto el día que vuelva a quererme.

Por todo esto que aún no sé, me traicioné; me traicioné contigo, y quise confundir el riesgo con la arrogancia, la ambición con la locura, el placer con el deseo, el amor con la esperanza, y la suerte con la desgracia.

Todo esto es lo que pasará después de gastar todas mis hojas, porque me habrás perdido, y yo no podré soportar no saber dar marcha atrás.

Miraré el mundo con otros ojos, con los ojos de cualquier otro, y me inventaré una vergüenza, un escándalo, una degradación que jamás existió para convencerme de tu olvido. Porque me has perdido, y el mundo no es más grande que una miga de pan entre mis dedos...