Calada hasta los huesos,
sin coraza,
me lanzo kamikaze a la misma derrota de siempre;
eres mi imposible volver,
mi repugnante intento fallido.
Eres un oso alzándose contra una mariposa,
y yo la mariposa que sólo besa tus heridas.
Te pedí que no volvieras y aquí,
después de cinco años,
seguimos dando vueltas a lo mismo,
corriendo hasta el borde y frenando justo antes de caer
AL PRECIPICIO.
Gracias por desobedecerme,
como siempre,
y volver.
Sea amor o cosificación
al fin y al cabo siempre me alivia
sentir que también me echas de menos,
aunque vea que tienes una vida maravillosa
en la que no me necesitas.