martes, 15 de septiembre de 2015

# La mujer bestial.

Una mujer que luce las piernas como dos líneas interminables es digna de reventar las vías de cualquier estación de metro, de hacer esperar a los maquinistas con un parpadeo y un giro de melena.
Ella cruza las calles de Madrid encerrada en las páginas de un libro, cruza las calles de madrugada sin mirar a los lados, sin respetar a los semáforos. Todos se sonrojan cuando ella llega sólo por poder mirarla un rato más.Egoistas de sus ojos, tiritan y tiemblan y tartamudean si la ven acercarse y la retienen parada frente a sus cuerpos fríos, finos, alargados, muertos.

La falda más corta que las ideas durante la noche más oscura. Un polvo desmedido donde los dos inhumanos se arrancan la piel, se descoyuntan los besos y se sacian al vaciarse. Un silencio atónito y retórico en dos sillas al borde del cielo.

Grita, gime, muerde, vive y siempre se queda con hambre.
Ríe, llora, muere y cura, y se sigue quedando con hambre.
Folla, ama, rompe, y vuela, y el mundo sigue sin caberle en las manos.

Luce con timidez la fragilidad de la desnudez y la rabia de un depredador.
Un aminal.
Una mujer bestia.
Ella es.

Es ella.