martes, 13 de agosto de 2013

# Salvemos la poesía, volvamos a nosotros mismos.

La poesía es tan como la vida, y la vida tan como la poesía, que qué bonito, qué triste, y qué miedo. Todo a la vez. Porque, ¿y si nos perdemos en la mitad de un verso, o de un beso?, ¿y si se me agota la tinta, y lo que corre por mis venas se seca y se vuelve cenizas antes de llegar a todos los cielos que quiero tocar?

La vida es tan corta y los sonetos tan parecidos, y tan mono temáticos, que a veces quiero renunciar a la poesía, pero, claramente, no se puede renunciar a uno mismo; sería un suicidio mantenerse en pie sin carreteras al olvido, o laberintos de espejos dónde poder romper los espejos, no sé si me entendéis, quiero decir que sería un suicidio vivir sin escribir, porque si leer es devorar tu vida y la de otros, escribir es... Liberarse de uno mismo, dejar huella, y las huellas siempre podrán ser brújulas, y qué bonito ayudar a los demás con pedacitos de nosotros mismos, ¿no?

En fin, que creo que nadie me entiende, porque cuando giro la cabeza, o desvío la mirada, o levanto el cuello y rodeo mi nuca con las palmas de las manos, no busco huir, busco que me salven, o unas huellas que me guíen, pero nada, siempre la misma calle, el mismo suelo, y el mismo techo, tan vacíos e impersonales como llenos de pisadas a las que no le veo utilidad o parecido con las que yo necesito o busco.

Que no he venido aquí para que nadie me entienda en realidad, pero que recuerdo uno de mis primeros poemas, cuando tenía unos incipientes catorce años, cuando suplicaba que ojalá la gente necesitase tanto a la poesía como yo, que la necesitara de verdad, leerla y escribirla, y me pongo a pensar en si esa fue mi primera declaración de soledad, y mi primera bengala pidiendo ayuda en mitad de un mundo que se está desaprovechando y drogando a base de emociones vacías y falsos amores mensuales.


Por eso, creo que esto es una carta a todos los poetas, una reivindicación para salvar el mundo que no llegará a ninguna parte, pero, ¿por qué no? Levantad los bolis, encender los ordenadores, ¡una sola frase ya puede ser poesía!

Seamos espejos colocados estratégicamente cada invierno en el que nos falten provisiones, y salvemos la vía de escape universal, ¡que no importa que nos miren mal!, ¡que no importa que nos tachen, nos fichen, nos clasifiquen!, ¡que no importe nada excepto la palabra!, ¡que seamos salida para otros, salvándonos a nosotros mismos de nuestros parches y vacíos, de nuestras abrumadoras soledades y sonrisas!, ¡joder, salvemos el mundo, no sucumbamos todos a las comodidades auto destructivas, y a los suicidios lentos y premeditados que se esconden en las costumbres!, ¡salvemos la poesía y la vida!

Volvamos a ser los locos enamorados, los cursis empedernidos, los que se arreglaban y llegaban temprano a recoger a la chica, las que se ponían tacones y vestidos bonitos, llegaban a casa y escribían, volvamos a cuando lo más romántico era escribirle una canción a tu chica y tirarle piedrecitas a la ventana, joder, volvamos a ser reales, seamos lo que somos, polvos, pero polvos enamorados... ¿O no era así?