miércoles, 3 de julio de 2013

# Incluso más.

Conocía cada rincón de tu piel, como conozco cada rincón de mi casa, porque tú, eras mi hogar. Podía traducir tu silencio y tu ausencia, porque eras la sonrisa fugitiva y el amor travieso que se clavaba entre mis costillas.
Eras de todo, menos lo que quise que fuéramos.
Y es que antes de que otras leyeran tu cuerpo, yo ya entendía tus sonrisas a escondidas y tus suspiros, tus miradas que iban a parar al suelo, y todas tus tormentas y tus pasiones, y eso, era amor, pero del bueno.
Y es que, estuvimos a nada de serlo todo, pero sucedía que tus ojos sólo buscaban labios que hipnotizar, porque qué ojos tan bonitos tenías cariño, qué ojos... La música que sonaba en la cama, después me hacía daño, por eso ya no la escucho, porque ahora todas esas canciones me hablan de ti, y de los besos que deslizabas por mi cintura hasta perderte donde querías, porque mi cuerpo era tuyo, y no tenía rincones prohibidos si era tu boca quien los besaba.
Tú, que fuiste la historia más rara y cambiante de mi vida. Tú que me robaste el alma desde la primera mirada, allá por el año en el que nos vimos desde lejos.
Qué catastrófico fue el final mi amor...
Nos despedimos creyendo que una despedida sin mirarnos duraría para siempre, pero eso es imposible, el amor siempre sobrevive mucho más de lo que dura, y conoces mi obsesión por pensar que lo mejor siempre está por llegar, y más, si era contigo...
Pero aunque parezca mentira, cuánto daría por volver atrás y volver a empezar para hacerlo mejor, para quererte incluso más, si eso fuera posible, porque te prometo que te dediqué cada latido y cada taquicardia, para luchar un poco más, y para dejar que me rompieras, si cabe, incluso más de lo que lo hiciste, amor, incluso más... Porque por ti, me hubiera dejado romper, me hubiera dejado caer, incluso me hubiera dejado llevar...
Pero sonaba todo demasiado bien, ¿no?