jueves, 5 de noviembre de 2015

# Animadversión.

Estas masturbaciones poéticas,
este martilleo incesante de teclas
para mantener a raya a la locura
me sustentan,
y de nada sirve hurgar en traumas infantiles
o conductas arrabaleras
como si unas u otras confirieran
un valor añadido a los poemas.

Un escritor fácil de identificar
es un escritor fácil de vender
y yo adolezco de esa característica
que produce animadversión,
porque me opongo a los tópicos
creados a fuerza de repetición,
porque los poemas se explican por sí mismos,
porque cualquier añadido es superfluo.

Tomé la decisión de verlo todo,
pero sobretodo,
de recordarlo,
lo que alimentó
que para mi el instante absoluto
solo fuera posible si se quedaba fijado.

No hay más,
ni alivio ni perdón,
y mucho menos un punto final,
si acaso,
un túnel al final de la luz