viernes, 22 de abril de 2016

# Mordiscos al aire.

El problema surgió cuando empecé a temerle más a la pérdida que al engaño,
-esto fue ya hace años-
cuando edulcoré el dolor para que el resto de venenos no fueran insípidos a la boca,
-esto también-
quedé inhabitable e inexpugnable, un castillo vacío siendo yo mi propia ocupa.
-En realidad todo lo hice por idiota-

Tener estos palacios artificiales implicó evitarme los principios y voy saltando de final en final, soy Bambi en medio de un puto incendio. Respiro mirando hacia dentro, la música es luz, y la luz el silencio. Primero vino el miedo al fuego, después a la sombra, me miran con sus ojitos de locura, como si yo fuera una santa, una diosa, o una maldición cualquiera... Pero hace tanto frío aquí dentro... Y nadie se acerca. Soy una cinta rebobinando hacia delante y corriendo hacia atrás. No sé muy bien dónde estoy.

La sed vino primero. Y luego vino la costumbre de estar sediento, y cuando estaba mi sangre ensimismada en el desierto que este cuerpo era, le di a los ojos el privilegio de ser la extensión de la herida, y me morí de sed; como cualquiera.
A mi, que he vencido al temor de abandonar lo que quería para luchar por lo que merecía me han llamado puta, poliedro, bruja, rastrera, me han adjudicado enfermedades que ni padezco y me han hecho responsable de desastres que no estaban a mi altura. Ellos se han reído y han esperado el ataque, y yo avancé sin mirarles porque era una gata bailando sobre su tejado de zinc caliente.

Y si tú no lo entiendes no me conoces.
Y si tú no lo entiendes todavía eres un cobarde.

Grita, corre, juega, folla, malvive, siente lo que quieras, roba, o envenena o cura el cáncer o recicla o desnúdate o bájate las pasarelas, hazte pirata, puta, comandante, policía, bombero, mago, arcoiris, mariposa, hazte una bola de papel al final de la papelera una fruta podrida en la nevera, el moho de ese trozo de pan, hazte magia o hazte polvo, consume, vende, explora, gasta, huele, suda, restriega, besa, muerde, muere. Pero cuidado, a veces confundimos lo que queremos con lo que merecemos, y lo de que no hay que rendirse nunca nací sabiéndolo, como un sentido innato, pero lo de que hay cosas por las que no merece la pena luchar aún lo llevo a rastras como un lastre que me mutila y pide libertad. 

De todos los milagros yo tuve que quedarme con el de ser capaz de odiarme y recomponerme en la misma vida a costa de mi misma.

Yo ya lo he perdido todo, incluyéndome,
sólo por ganarme un poquito más,
aunque sea mentira, o aunque no sea del todo verdad,
¿qué más quiero... para qué os voy a engañar?