jueves, 20 de agosto de 2015

# Dejarse llevar sonaba demasiado bien.

Conocía cada rincón de tu piel,
como conozco cada rincón de mi casa,
porque tú, eras mi hogar.
Podía traducir tu silencio y tu ausencia,
porque eras la sonrisa fugitiva
y el amor travieso
que se clavaba entre mis costillas.

Eras de todo, menos lo que quise que fuéramos.

Y es que antes de que otras leyeran tu cuerpo,
yo ya entendía tus sonrisas a escondidas y tus suspiros,
tus miradas que iban a parar al suelo,
y todas tus tormentas y tus pasiones,
y eso, era amor, pero del bueno.

Y es que, estuvimos a nada de serlo todo,
pero nos despedimos creyendo
que una despedida sin mirarnos
duraría para siempre,
y eso siempre es imposible,
el amor siempre sobrevive mucho más
de lo que dura.

Pero aunque parezca mentira,
si volviera a vivir desde cero,
y volviera a conocerte,
volvería a dejar que me rompieras,
si cabe, incluso más de lo que lo hiciste,
amor,
incluso más...

Porque por ti, me hubiera dejado romper,
me hubiera dejado caer,
e incluso me hubiera dejado llevar...

Pero sonaba todo demasiado bien.