domingo, 18 de enero de 2015

# Una semana.

Tengo mil diarios en la mesita de noche
y sé que te quise porque ninguno habla de ti,
siempre me cuesta escribir sobre lo que más quiero,
siempre llego tarde al toque de gracia,
siempre te espero en el mismo lugar donde no te conocí,
donde nunca hemos estado,
en las calles de una ciudad que no nos ha visto besarnos,
en las esquinas que no nos han escondido de la luz y el llanto.

He estado pensando en dejarlo todo,
en volver a volver para no volver,
he estado pensando en si a esta tristeza agridulce te referías tú
cuando me decías que estabas inservible y roto y yo
que no sabía más que intentar curarte,
te intentaba enseñar que la vida era bonita
mientras me estaba matando.

Eres lo mejor y lo peor que he escrito,
y siempre que vuelvo a leerte, a leerme,
a leernos,
pongo en duda cada una de tus palabras,
cada uno de tus actos,
¿me besaste en Noviembre?,
¿me quisiste en tus piernas mientras me acariciabas la nuca?,
¿me escuchabas cuando te hablaba?,
¿nos conocimos?

Ojalá nunca hubieras desecho todo mi error repetitivo
porque destruirme era el único sentido para no estar triste.
¿Qué le pasa a todo el mundo? Que dejen en paz a mi tristeza.
¿Por qué la odiabas tanto? Es lo único bueno en mi.

Llevaba cinco meses sin escribirte,
y aquí estoy,
a una semana de que haga un año
en el que dejaste de responderme,
de llamarme, de buscarme, de mirarme...
De ser tú.

Eres el trueno y el rayo en la tormenta
que te daba miedo y me hacía temblar,
el que iluminaba un segundo el pasillo infinito de mi mente
y te hacía tiritar de pena.
Eres el trueno que te pesa y te raja en tres,
el trueno que me atormenta.

Llevaba cinco meses sin escribirte
y toda mi vida sin entender
que de todas las bocas,
la tuya es la que más daño me ha hecho
sin besarme.


-No quiero volver a escribir sobre ti,
pero no prometo nada, porque no existes.-