miércoles, 18 de septiembre de 2013

# Tan aquí, y tan allí.

Vamos a olvidarnos como remedio anti conceptivo del amor, o al menos a intentarlo, porque tú estás allí, y yo aquí, y los dos sabemos que estamos haciendo algo mal si no dormimos en la misma cama pero tampoco duele tanto, ¿no?
Porque ya lo dijo Neruda, para que nada nos separe, que nada nos una, y con una sola palabra ya eramos menos dos, y más uno, no sé si me entiendes.
Totalmente absurdo como un poema sin comas, o una espina que no pincha, pero así eres tú, absurdo, y absurdamente atrayente.
Como los polos opuestos, pero sin serlo, magnetismo, chispas, y tú que sabes de electricidad, dime, ¿crees que esto es corriente?
No hay palabra para definir esto, si es que realmente es algo.
Un te quiero que no quiero decir, y lo dicho que ya parece no importar.

No puedo negarte otras bocas, ni otros sexos, ni otros ojos, porque yo tampoco te ofrezco besos, ni sexo, ni miradas, -por eso de que tú tan allí, y yo tan aquí-, y no debiera preocuparme, porque ser, no somos, ¿o sí? Esa es la cuestión.

Y yo tan dependiente de que me hagas sonreír, y tú tan pendiente de otras bocas, con las dependencias tan lejos de mis manos, y con los pendientes de otra en la mesita de noche, fumando en la cama, bebiendo cerveza, y ella en la ducha.
-Como si lo estuviera viendo, vaya-

Y yo aquí, escribiéndote una carta, en lugar de lamértela en la espalda, aquí, escuchando a Machín decirme que siempre, pero siempre siempre, estaría cuidandome, y yo escribiéndote, que eres en mi vida, ansiedad, angustia, desesperación.