Sólo nos podrá herir quien nos haya hecho temblar. El que nos haya querido sacar a bailar, toda la vida, con el mismo vestido. Quien haya amanecido colgado de tu boca. Loco por tus manos. A ras de cielo.
Sólo nos podrá herir quien nos haya hecho tiritar de calor, saborear la sangre dulce, respirar nieve, y por supuesto, quien haya alimentado nuestras mariposas de carne.
Si algo me caracteriza en esta vida es la falta de paciencia cuando quiero algo, y la paciencia infinita cuando lucho por quien amo.
Y sólo nos podrá herir la flor porque las espinas no muerden, os lo prometo yo que he aprendido a ver bonitas mis heridas, que he sobrevivido veinte inviernos y sobretodo unas navidades sin sus manos, que creo de nuevo en el amor porque he vuelto a escuchar su voz.
No hemos muerto.