martes, 19 de enero de 2016

# El secreto peor guardado del mundo.

Te quiero como se quieren las cosas partidas, deseando arreglarlas.
Tengo un arsenal de armas y curas en las manos y en la boca y una muralla delante que sólo tú puedes bajar con la que me estrello cada día como si ningún hueso se partiera o como si ningún cansancio habitara mi espacio.
Y el peor secreto del mundo es el que conoce todo el mundo pero el que nadie asciende a creer: lo que más duele no es que no te quieran, es que no lo quieran hacer.
O, en cualquier caso, que no sepan si quieren hacerlo.
Cicuta edulcorada, migajas, restos que insuflan.
Pero siempre queda esperanza, porque la hija de puta no es la última que se pierde, es que no se pierde nunca, y... Las cenizas también queman 
y las cenizas también prenden.

Pero es que antes llegaba y nos besabamos y nos acostábamos y hacíamos el amor como fieras hambrientas y como si se nos fuera la vida en ello, y casi se nos iba de verdad porque tocábamos cielo y gloria y a la vida desnuda arrodillada a nuestros pies, y ya no. 

Ya no.

Ese es el problema, que ya no...

¿No?