martes, 8 de diciembre de 2015

# Carta para los reyes magos.

Queridos reyes magos:

Este año no me he portado bien, la verdad es que llevo años sin portarme bien, pero antes de que os enfadéis, dejadme que os  lo cuente yo, ahora, que me he dado cuenta de que el mejor regalo de navidad es la emancipación del complejo.

En enero no me acuerdo qué viví, pero seguro que hice llorar a quien me hacía reír.

En febrero tampoco me acuerdo qué viví, pero recuerdo que empezamos a hacer las maletas y nos convertimos los dos en toda pasión y entrañas.

En marzo volví, quiero decir, nos fuimos y durante cuatro días volví a ser yo la que era y fui y la que ahora vuelvo a ser. Es normal que no me entendáis si no le habéis visto desde lo más alto de la torre Eiffel sonriendo como un niño pequeño y dulce y besandoos los carrillos.

Abril. Odiaba abril desde hace años porque me lo robaron, pero, ¿os cuento un secreto? No puedo odiar abril desde que sé que él nació en ese mes. Ahora entiendo por qué empiezan a brillar las flores y asomar el hocico los mamíferos, las mariposas, el sol, la vida, primavera. Todo porque él nació y yo que había vivido casi veinte años sin saberlo...

Mayo es mi mes por excelencia pero no soy yo, en mayo me besó como me besaba siempre y cumplimos meses como yo misma cumplí un año más. Se me quedó por el camino el uno, ahora ya tengo veinte y aunque no me di cuenta era una señal secreta que me decía que era el momento para dejar nosotros de ser uno y ser dos.

Junio, julio, agosto... Por mi miedo estuvimos tres meses sin vernos. Qué estúpida he sido. Viajé a Italia y ahí, por fin, me reconocí enamorada, el problema es que siempre llego tarde y que he sido muy cobarde. Creo que uno de los días más felices de mi vida fue cuando me bañé en Capri, estaba borracha de alegría.

Septiembre. El mes para llorar que se acaba el calor y para reír por volver a escucharle durmiendo. Por fin le volví a ver, y prometo que si yo no era -y soy-, la mujer más enamorada del mundo, no lo ha estado nadie en la historia del mundo.
Descubrí un mundo nuevo en una órbita extraña y me absorbió mi propio agujero negro.

Octubre, noviembre. Si alguna vez alguien se ha equivocado, esa he sido yo. ¿Sabéis vosotros lo que se siente al perder el camino? Supongo que si alguna vez se os hubiera apagado la estrella, incluso así, estarías más cerca de vosotros mismos de lo que estaba yo de mi. Quiero decir, joder, es que mi estrella siempre había sido él.

Diciembre. Se muere el año y yo vuelvo a nacer. Es curioso cómo a veces es necesario perderlo todo para encontrarse.

En realidad, reyes magos, se me ha olvidado contaros por qué no he sido exactamente buena.
No he sido buena conmigo porque me maltrataba y porque me hacía llorar. No he sido buena con él porque le he mentido y he sido cobarde cuando en cambio él me regaló una rosa y fue mi escudo y mi abrazo. Y lo mejor es que le quiero y me quería.

Pero bueno, ya sabéis, nunca he hecho demasiado bien las cosas.
Diciembre matando el año y yo volviendo a nacer. He emancipado al cuerpo del complejo y de paso con el cambio de año he aprovechado pata actualizar el sistema. Pero actualizar el sistema esta vez ha significado reiniciar. Y qué bien estoy ahora, pero cuánto le echo de menos.

En fin, resumiendo, este año no tengo derecho a pedir nada y además he comenzado a comprender que es mejor no hacerlo, que lo que tenga que llegar llegará...
Pero si esto es una carta, pues...

Queridos reyes magos, este año no me he portado bien, pero si sirve de algo todo lo que me he curado a mi misma y este regresar del dolor, sólo pido tres cosas, y ya, ya sé que no sois el genio de la lámpara.

1. Paz en el mundo.
2. Que volvamos a estar juntos.
3. Mantenerme fuerte siempre.
Se me han quedado muchas cosas en el tintero, malas y buenas, pero creo que os podéis hacer una idea de todo, y si no, sólo tenéis que leerme entre líneas.

Un beso y un abrazo muy fuerte, siento también no haberos escrito desde hace doce años.

Att.: Sara.