domingo, 14 de febrero de 2016

# Catorce de febrero.

Que no puedo volver atrás pero que no importa porque a veces el tiempo no existe. Que todas las puertas se quedaron abiertas cuando las cerró. Que a veces, todavía, incluso me molesta la música, que es mi único Dios, si no escucho su voz. Que para mi corazón basta su pecho y para mi libertad sus alas. Que París no es tan bonita porque ya no me besa. Que si todos los caminos conducen a Roma recuerde que al revés es amor y yo le he querido y le quiero de todas las maneras posibles como un pájaro quiere al árbol y como un pez el rayo de sol que se cuela en el océano. 

Que nunca había sentido un impacto de luz más fuerte que el de aquél beso, y eran las dos de la mañana. Que lo siento. Que daría casi cualquier cosa por volver a empezar. Que no supe aprovechar los instantes como debía y que me faltaron noches por dormir a su lado. Playas y conciertos y aviones y trenes. Una casa y mil sueños y dos niños y una vida y media. Que si tuviera que elegir, haría lo de siempre, elegirle siempre a él. Que la distancia no se mide en kilómetros, sino en tiempo... Pero claro, no puedo tener prisa ni echar de menos porque el tiempo no existe. 

Que su voz es lo único en este mundo capaz de curarme el vacío. Que todo lo que le escriba se va a quedar corto porque nada le alcanza, ni se compara, ni se iguala. Al fin y al cabo, que le quiero. Y que no puedo hacer nada más. Que he corrido a contracorriente y he acelerado contra todo pronóstico y contra mi porque siempre he sido de las que necesitan estrellarse para rectificar. Que gracias. Que buenos días. Que buenas noches. 

Que olvidar es imposible si no se quiere olvidar. Que si el pasado no vuelve, ¿por qué le seguimos teniendo miedo? Que el sol no canta desde que no está... Que la luna ya no llora, ya no gime, ya no está...

Ya no hay nada, desde que no está.

Si pudiera abrirme en canal le diría, como mínimo, que lo más cerca que he estado de mi misma ha sido él, y que su piel de nieve hacía arden el rojo de mi sangre.
Le diría, como mínimo, que será inmortal y que es inolvidable.

Como mínimo, al fin y al cabo, que le quiero.